Foto: ( Andrés Galindo )

En un recorrido realizado en las zonas comerciales de expendios de alimentos en Valencia, se constató la ausencia de productos de la canasta básica procedente del mercado nacional y con precios regulados. Harina precocidada, arroz, pasta, harina leudante, harina todo uso, son algunos de los productos con precio regulado que no consiguen los valencianos. 

En supermercados, bodegas, y otros locales, se evidenció que sus anaqueles están repletos de productos importados y con precios que exceden varias veces el fijado como regular. No obstante, no precisamente es fácil conseguir los que conforman la llamada canasta básica. 

Donde se logra localizar alimentos como la pasta, el arroz y margarina, sus precios oscilan desde los 2 mil 990 bolívares, (pasta); harina de maíz precocidada 3 mil 500 Bs; arroz 4 mil Bs; margarina 3 mil 800 bolívares, azúcar 5mil 600 Bs., solo por mencionar los productos más necesitados.

Los altos precios han empujado a los consumidores a no adquirirlos, y tratan de sustituirlos por vegetales, verduras, entre otros. No está fácil la adquisición de alimentos a precios accesibles, se trate ya sea de grasas, carbohidratos, proteínas, verduras y vegetales.

Hablan los consumidores

La señora Nathalí Rodríguez madre de dos niños y quien reside en el sector Los Caobos en Valencia, comentó en la cola de un supermercado «realmente vivo un vía crisis a la hora de comprar comida (…) He comprado hasta una pasta de medio kilo en 6 mil bolívares, y he tenido que sustituir los otros rubros por vegetales”.

Mientras que Gloria Lozada quien vive en Tocuyito detalló  “tengo que hacer milagros para poder alimentar a los cuatros miembros de mí familia (…) Nada, no he comprado nada, lo poco que podíamos comer, era yuca, y ahora subió el costo, antes podíamos comprar tres kilos, ahora solo nos alcanza para uno” añadió. 

Los anaqueles se encuentran abarrotados con refrescos y enlatados, y los alimentos necesarios a precios muy elevados, en su mayoría importados y con altísimos precios.

Las personas comentaban en la fila de un supermercado, que en ocasiones trataban de comer dos veces al día para rendir la comida entre sus familiares.

Es una calle sin salida, muchas veces porque el consumidor no puede adquirirlos cuando lo consiguen y luego cuando al buscarlos no los encuentra. «Muchas veces tenemos el dinero y no seguimos los productos o hacemos la cola cuando encontramos los regulados y al llegar, ya se han terminado. Estamos entre la espada y la pared», nos narró Isabela Ramírez.

Entretanto algunos supermercados, con el poco producto que comercializan, continúan con la venta dependiendo del terminal de cédula.

 

 

 




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