Protesta en Brasilia. (AFP)

Violentos enfrentamientos y depredaciones se produjeron el miércoles en Brasilia, al margen de una masiva manifestación sindical para exigir la salida del presidente Michel Temer, asediado por denuncias de corrupción, y exigir el fin de la austeridad.

Grupos de manifestantes atacaron a pedradas varios ministerios a lo largo de la Explanada que conduce al Congreso y consiguieron invadir una sala del Ministerio de Agricultura, donde prendieron fuego.

«El edificio fue evacuado. Hubo una invasión en la entrada privada del ministro. Prendieron fuego en una sala, rompieron las fotos de las galerías de exministros y se enfrentaron con la policía», dijo a la AFP la asesoría de prensa de esa dependencia.

Reporteros de la AFP dieron parte de escenas de gran confusión e imágenes de la televisión GloboNews mostraban varios focos de incendio.

«Me estoy yendo porque eso ya era una escena de guerra«, dijo a la AFP Fabio Ferreira, un funcionario del Ministerio de Planificación, reportando desmanes en el edificio donde trabaja.

Al menos 35.000 trabajadores -según reportes oficiales- respondieron a la convocatoria sindical.

Ríos humanos confluyeron hacia el Congreso, rodeado de vallas de seguridad, al grito unánime de «¡Fora Temer!».

Los participantes pedían asimismo elecciones «Directas ya» y el retiro de los proyectos de reforma de las jubilaciones y de flexibilización de la legislación laboral.

«La reforma del régimen laboral (…) desorganiza al movimiento sindical. La reforma de las jubilaciones hace prácticamente imposible que alguien se jubile en Brasil» con derechos completos, afirmó el diputado Paulo Pereira da Silva, más conocido como Paulinho da Força, líder de la central Força Sindical (FS), que fue aliado de Temer en los primeros meses de su gobierno.

Esta nueva crisis se produce apenas un año después de la destitución por el Congreso de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff. Temer, su vicepresidente, la reemplazó, con la expectativa de completar el mandato hasta finales de 2018 y aplicar un programa de severos ajustes para sacar al país de la peor recesión de su historia.

Pero la economía tarda en despegar, la desocupación alcanza niveles récords y los escándalos de corrupción implican a sus principales ministros y gran parte de los aliados del impopular mandatario.

La gota que desbordó el vaso cayó la semana pasada, con la divulgación de una grabación en la que se oía a uno de los dueños del gigante de la alimentación JBS, Joesley Batista, contarle algunas de sus granujadas para alejar de sí las investigaciones de la Operación Lava Jato sobre los sobornos en Petrobras.

La Fiscalía General pidió de inmediato a la corte suprema acusar a Temer de obstrucción a la justicia, en una trama donde ve corrupción y organización criminal.

La izquierda, que denuncia  un «golpe institucional», ve en la súbita aceleración de la crisis una inmejorable oportunidad para cobrarse su revancha.

«Éste es el fin de gobierno golpista. El pueblo está en la calle para eso. No precisaban robar a Brasil«, dijo a la AFP Francisca Gomes, una portera de 59 años de Sao Paulo, sosteniendo con tres compañeras un ataúd de cartón negro con imágenes del presidente y cruces blancas con la inscripción «RIP Temer».

«Temer es un irresponsable. Hundió a Brasil en una crisis descomunal. No está en condiciones de permanecer en la presidencia», dijo Wagner Freitas, presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), vinculada al Partido de los Trabajadores (PT) del los expresidentes Lula da Silva y Rousseff.

«Clima de deliberación» en el Congreso

En el Congreso se vivía también en un ambiente de efervescencia, ante las señales de rápida erosión de la base aliada de Temer.

«Hay un clima de deliberación, detrás de las cortinas, para articular la salida menos traumática posible para la crisis», admitió el asesor de un parlamentario de la coalición oficialista, que pidió el anonimato.

Las manifestaciones contra Temer habían sido hasta ahora poco concurridas, pero todo indica que ahora se abrió un nuevo frente, el de la calle, junto al judicial y al político, en torno al jefe de Estado.

«Directas ya» 

La Constitución brasileña determina que, en caso de vacío en la Presidencia durante la segunda mitad de un mandato, el Congreso debe elegir un nombre para completarlo. Las elecciones directas sólo podrían celebrarse en caso de que se hiciera una enmienda constitucional, pero hay una creciente demanda para encontrar un atajo que abra esa vía.

La búsqueda de otra salida se debe en gran medida al desprestigio del Congreso, donde decenas de legisladores están investigados por su implicación en la red de sobornos de Petrobras, revelada por la Operación Lava Jato.

Otra salida podría venir por el lado del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que del 6 al 8 de junio examinará una denuncia que podría llevar a la anulación de las elecciones de 2014, en las cuales resultó reelecta la fórmula Rousseff-Temer, por presunta financiación ilegal.




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