Foto: Archivo

El niño de 10 años llegó sin almuerzo a la escuela William Knib Memorial en Trelawny, Jamaica, con el estómago hecho estragos se le presentó una oportunidad que cambió para siempre su vida. Pastor Nugent, un entrenador de la secundaria le ofreció un plato de arroz, con frijoles y pollo frito si lograba vencer en una carrera a su atleta juvenil más rápido, al cual superó. Con esa primera victoria Usain Bolt comenzó a trazar un camino que lo llevó a ser el velocista predilecto en el Monte Olimpo.

El ocho veces campeón olímpico vivió su última competición oficial durante el Mundial de Atletismo en Londres, con una imagen inesperada para su despedida, derrotado y lesionado. Un bronce en los 100 metros planos y un tirón en su muslo izquierdo durante la final del relevo 4×100 fue el saldo que dejó su participación en la capital inglesa. Pero “El Rayo” Bolt dominó el reino de la velocidad durante casi una década, con un legado que más allá de los récords dejará una huella imborrable en aquellos que fueron testigo de lo que su presencia significó para el deporte.

Las marcas mundiales de los 100, 200 y 4×100 metros masculinos le pertenecen. También el inaudito “triple triplete olímpico” en Beijing 2008, Londres 2012 y  Rio 2016, aunque luego de ocho años el Comité Olímpico Internacional le retiró una presea dorada alcanzada en la cita asiática debido al dopaje de Nesta Carter, uno de sus compañeros en el relevo. Sin embargo, los expertos aseguran que el logro de mayor importancia en la era Bolt fue su conexión con el público, esa que le dio un nuevo impulso al atletismo con su rostro como elemento representativo.

La imagen siempre desenfadada de Bolt, sonriente en todo momento –incluso en plena carrera olímpica- siendo el “showman” antes y después de cada competencia, lo catapultaron a una categoría donde no todos los seres humanos pueden llegar: respetado, admirado y querido por igual, por encima del éxito deportivo.

Durante los juegos Olímpicos de Rio 2016 la sonrisa de Bolt en plena competencia quedó enmarcada en diversas gráficas/ Foto: Archivo

Durante el documental “Yo Soy Bolt” estrenado en 2016, figuras deportivas de la talla de Serena Williams, Neymar y el mismísimo “Rey” Pelé lo reconocieron como el atleta que marcó una época. Incluso, el presidente de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, Lord Sebastian Coe, aceptó que “lo que más se extrañará de él es su personalidad. El atletismo necesita personalidad”.

SUS PRIMERAS ZANCADAS

Para 2002 Usain contaba apenas con 15 años, tenía mayores pretensiones de jugar cricket –entrenaba en un equipo juvenil- y fútbol, uno de los deportes más practicados de Jamaica. Sin embargo, su padre Wellesley lo convenció de que se preparase para el Campeonato Mundial Junior de Atletismo a celebrarse en casa, en Kingston, allí escuchó corear su nombre por primera vez en el Estadio Nacional, donde alcanzó dos medallas de plata y una de oro en los 200 metros.

Con solo 15 años ganó su primera medalla de oro en los Mundiales Juveniles de Atletismo/ Foto: Archivo

Las lesiones y su indisciplina fueron los principales rivales en el comienzo. Luego de su decepcionante primera participación en unos Juegos Olímpicos durante 2004, donde no logró avanzar de la primera eliminatoria en los 200 metros, un chequeo reveló que padecía de escoliosis. Debido a sus 1.95 metros de estatura y una mala alimentación en los primeros años de su vida, la columna vertebral se desvió un  poco a su derecha, lo cual provocó que su pierna izquierda fuese 1,5 cm más larga que la diestra.

Glen Mills, el hombre clave en el surgimiento de Jamaica como potencia en el atletismo tomó las riendas de su entrenamiento y desde el primer momento hizo énfasis en el fortalecimiento de la columna. Desde entonces los resultados comenzaron a llegar, Bolt dejó de ser un prodigio juvenil con serias dudas en su transición a la disciplina adulta para convertirse en estrella.

LA CONSAGRACIÓN

Después del Mundial de Osaka 2007, donde el jamaiquino alcanzó dos preseas de plata en los 200 metros y el relevo 4×100 el mundo lo comenzó a seguir  más de cerca. Un año después, en el certamen olímpico de Beijing logró su primer triplete dorado con trío de plusmarcas mundiales incluidas. La última parte de los 100 metros pasarán a la historia por mostrarlo bajar la velocidad para celebrar la victoria antes de llegar a la meta.

En los campeonatos mundiales de Berlín 2009 logró sus registros cúspides. Cronometró 9.58 segundos en la final de los 100 metros planos donde batió a su rival del momento, el estadounidense Tyson Gay y en los 200 metros detuvo el reloj en 19.19 segundos, hasta ahora los récords de ambas distancias aún vigentes.

El dominio de Bolt en grandes citas fue absoluto desde su ascenso al trono en 2008 hasta antes de su desafortunada última función en el estadio Olímpico de Londres. Aparte de los ocho títulos en olimpíadas también hay que sumar 11 campeonatos mundiales, solo perdió una final durante Daegu 2011 debido a una salida en falso.

«He dedicado toda mi vida a ser el mejor corredor, ser una leyenda, ser imparable. Ahora al fin terminó, estoy triste pero a la vez aliviado, logré todo lo que me propuse en el deporte. Ahora puedo relajarme e irme de vacaciones a comer comida chatarra» dijo Bolt en la escena final de su documental. Esa frase resume en gran medida lo que «El Rayo» significa para la historia del olimpismo y su reflejo en el sociedad: la sonrisa en medio del caos de los tiempos modernos.

DATOS «RELÁMPAGOS»

-Alcanza una velocidad tope de 44.75 Km/h.

-Necesita 41 pasos en promedio para completar los 100 metros. Cuatro menos que sus rivales.

-Con cada zancada avanza 2,43 metros en competencia.

– Según la revista Forbes tiene un ingreso anual de 34,2 millones de dólares.

-Nunca se ha mudado de Jamaica. Siempre se entrenó en Kingston




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