(Foto AGENCIAS)

Rio de Janeiro registró este sábado el fallecimiento de su centésimo policía en lo que va de 2017, equivalente a un agente muerto casi cada dos días y reflejo de la violencia creciente en este estado brasileño.

El agente Fábio José Cavalcante murió por heridas de bala en un municipio de la Baixada Fluminense, en la región metropolitana de Rio, que presenta altos índices de criminalidad.

En 2016 murieron 146 agentes en Rio, más de 100 estando fuera de servicio, según datos de la Policía Militar (PM), la fuerza encargada de la seguridad pública y que en Brasil depende de cada estado.

Desde 1995, la PM de Rio de Janeiro perdió más de 3.000 oficiales.

Según el Foro de Seguridad Pública, las muertes durante los periodos de descanso triplican a aquellas ocurridas mientras están trabajando.

«No somos números, somos ciudadanos y héroes», señaló en un comunicado publicado este sábado el coronel Wolney Dias, comandante general de la PM en Rio.

La institución señaló en un informe reciente que durante el período de descanso los policías circulan solos, sin armas, chalecos o carros blindados que los protejan de represalias.

«En ningún lugar del país hay una guerra tan acentuada y permanente entre bandas y facciones rivales de traficantes y de milicias por dominio del territorio», añadió Dias, que también reclamó a las autoridades brasileñas por fallas en el control de las fronteras para impedir el ingreso de armas y drogas.

«En ningún lugar del país (como en Rio de Janeiro) hay tantas armas en manos de los criminales», aseguró.

Al mismo tiempo, la policía carioca es responsable por cientos de muertes cada año.

Los uniformados de este estado mataron casi 8.000 personas en la última década, 645 en 2015 y más de 900 en 2016, según cifras del Instituto de Seguridad Pública del estado.

– «Fracaso» de guerra contra las drogas –
Después de ser sede de megaeventos como la Copa del Mundo en 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, ¿por qué Rio no se convirtió en una ciudad más segura?

Para algunos especialistas se debe principalmente al fracaso del proyecto de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), con presencia permanente en las favelas de Rio desde 2008.

Las autoridades «centraron sus esfuerzos en un proyecto que claramente tenía como destino tornar Rio de Janeiro más segura para grandes eventos y no hubo ninguna preocupación por convertir ese proyecto de policía comunitaria en algo sustentable», dijo a la AFP la socióloga Julita Lemgruber, coordinadora del Centros de Estudios de seguridad y Ciudadanía en la Universidad Candido Mendes.

En la mayoría de las favelas donde se han implantado las UPP, «la relación con la población jamás fue amistosa», apunta Lemgruber, también exdirectora del Departamento del Sistema Penitenciario de Rio de Janeiro.

Esto, entre otros factores, hace que los oficiales no sean respetados por la población, que los ve más como un amenaza que como un aliado.

Además, según la especialista, el fracaso de las políticas públicas de seguridad tiene como telón de fondo la apuesta por la guerra contra las drogas, «por la lógica de que es preciso usar violencia para lidiar con el tráfico».

«Mientras no tengamos una estrategia diferente, no iremos a ninguna parte», afirma.

– Corrupción y falta de recursos –
Además de lidiar con la violencia del narcotráfico, la policía de Rio enfrenta sus propios problemas internos, como altos niveles de corrupción entre oficiales, acusados de colaborar con traficantes, falta de armas adecuadas, vehículos y personal para hacer frente a la demanda de patrullaje.

Sin contar los atrasos salariales debido a la crisis económica que padece la administración estatal.

El aumento de la violencia hizo que el gobierno federal lanzara un plan de apoyo con miles de soldados que reforzarán la seguridad en Rio de Janeiro hasta fines de 2018.

El resultado de dicha operación deja escépticos muchos.

«Es una estrategia mediática (…) colocar tanques en la calle no resolverá el problema», asegura Lemgruber.




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