“Un obstáculo capital del progreso del género humano es que la gente no escucha a quienes hablan con sensatez sino a quienes hablan más alto.” Arthur Schopenhauer

Si bien el titulo sugiere la aproximación a la novela de la escritora británica Jane Austen publicada en 1811 y llevada al cine en 1995, donde se contrastan el buen sentido de Elinor y las emociones de su hermana Marianne – la sempiterna lucha de la pasión y la razón- el tema que ahora nos ocupa tiene que ver con el sentimiento que nos embarga ante la ausencia de sensatez en los tiempos tan duros que estamos viviendo.

De nuevo se intensifican en las redes las escaramuzas entre pares a través de Twits o del Whatsapp, de mensajes contradictorios, situaciones complejas, tal vez malentendidos o quizás propiciados con soterrada intención, en momentos en los cuales resulta imperativo identificar contra quien es la lucha, con la debida sindéresis y sin dejarnos llevar por sentimientos innobles. Recordemos que la política, es una lucha continua entre el ser y el deber ser.

Partamos de un principio: Junto a políticos ciertamente detestables, conocemos, asimismo, otros políticos perfectamente honestos y responsables. Por supuesto que en política las cosas son complejas e implican múltiples variables que no suelen ser consideradas a cabalidad al analizar los movimientos y tiempos de la dinámica que nos envuelve. Y es que en ocasiones muy críticas, pareciera que el estamento político, en su complejo mundo, desconociese las realidades más allá de su propia dimensión, y tampoco hace muchos esfuerzos por salir del cómodo seno de sus partidarios, es más, cuando pretenden ver más allá, suelen hacerlo a través de otros que estén igualmente dentro de sus propios espacios y por ello cometen errores que a simple sentido común son injustificables y no resisten ningún análisis sociopolítico serio. Lo advertía Catón hace más de dos milenios: “La primera virtud es frenar la lengua, y es casi un dios quien teniendo razón sabe callarse.” Así resumía el llamado Censor un principio de sensatez.

El Diccionario de la Real Academia Española define la sensatez como aquella cualidad del sensato, y a este como prudente, cuerdo, de buen juicio. Efectivamente, frente a las situaciones que generan conflictos, la sensatez será nuestro mejor aliado, la persona prudente y paciente no se enfadará con facilidad por las ofensas recibidas, tiene la habilidad de ofrecer buen juicio, con prudencia y sensatez.

La sensatez crea vínculos de confianza y confianza es algo muy valioso que otorgan los ciudadanos a los políticos sensatos. Luego, podemos entonces inferir que la sensatez política, correctamente entendida, es una demostración de la madurez política y que para llegar a ella se debe contar con la necesaria capacidad de comprensión y de tolerancia acerca de las diferentes ideas de unos y otros, por la habilidad para llegar a pactos, pensando en el mayor bien de la sociedad, y no en la simple oposición partidista y egocéntrica, que propicia la falta de confianza y de entusiasmo, en un terreno abonado del cual solo puede germinar la semilla de la desintegración; por eso, los que la desean y buscan, cultivan el desencanto, la desilusión, la decepción, y el desaliento.

Y ello tan solo podrá evitarse mediante la sensata disposición a sentarse frente a frente, con cualquier oponente político, y hablar, en un ambiente de respeto y tolerancia, de cualquier tema, pensando, por encima de todo, en el mayor bien de todo el conjunto de la sociedad.

Ya llegará ese día en el cual predomine esa imprescindible sensatez, y en ese momento tan solo habrán de acceder a los puestos de responsabilidad política los mejor preparados y dispuestos a dar lo mejor de sí para lograr el mayor bienestar general, es decir, aquellos en los que este objetivo esté por encima de los intereses personales, de la tentación de la corrupción y privilegios del poder.

Manuel Barreto Hernaiz




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