Una de las características más destacables, de este régimen es su inagotable capacidad para producir dualidades, con la intención alevosa de producir engaño y confusión con la intención de desmontar el discurso de la democracia. Así pasamos a tener dos tribunales, gobernadores opositores y protectores, dos presidentes y hasta dos mediciones de la inflación a través de la presentación de los Índices Nacionales de Precios al Consumidor, un indicador creado desde que Chávez llegó al poder para sustituir al Indice de Precios al consumidor, la idea soterrada era el subyacente efecto de subestimación del efecto inflacionario.

La postura asumida por el Banco Central de Venezuela es absolutamente injustificable, su consecuente conducta que dilata la presentación de datos a la comunidad no solo se constituye en una mala práctica sino en una evidente violación a lo contenido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y al precepto de legitimidad y adhesión del cuerpo social.

Para nadie es un secreto el silencio del órgano emisor por más de 36 meses para presentar series de INPC, luego de que los registros contables tuvieron que indexarse de acuerdo a datos extraoficiales, sin evaluar las consecuencias fiscales en la determinación abultada de los compromisos fiscales y tributarios inquietud esta irresoluta por el SENIAT.

Sin embargo sí existe algo incontrovertible es la eclosión de una hiperinflación larga, violenta y expansiva, que nos ha defenestrado como sociedad hacia la miseria, produciendo consecuencias que aún no se terminan de comprender como son por ejemplo, la dolarización fáctica, desordenada e informal, la cual es además injusta y embrida desigualdad, generando una contradicción ideológica con el marco común de pensamiento del chavismo, un modelo basado en la igualdad al tenor de la tesis de Procusto, es decir esa virulenta y anacrónica idea de ajustar a todos los miembros sociales a un esquema o medida única.

La consecuente dolarización nos ha convertido en una sociedad llena de iniquidades, quizás más ostensibles que aquellas que denunciaban los movimientos de izquierda antes de asaltar el poder, en realidad somos un erial sin economía y sin moneda, agravado por la desalarización del trabajo. Es decir, hemos asistido a la pérdida progresiva de todas las instituciones sociales y humanas, la ausencia en el desacato del Banco Central de Venezuela por rendir cuentas a la Asamblea Nacional sobre sus metas e indicadores, ha llevado al órgano legislativo a estimar la inflación, ambos procesos de medición se yuxtaponen en la determinación del mes de nacimiento del fenómeno de Hiperinflación con un mes de retardo.

Para el BCV la inflación estalló en diciembre de 2017 y para la Asamblea Nacional en noviembre, sin embargo lo importante son los casi 39 meses de este fenómeno que eclosiona, como consecuencia de las malas prácticas y abandono de la política monetaria, este proceso de auspicio al vórtice de la inflación se desarrolla ex ante al agotamiento de la política tributaria y la concomitante pérdida de poder real de la tasa de recaudación tributaria, así como al empleo de la monetización como fuente deficitaria de financiamiento, una práctica emprendida por el madurismo desde 2013, mucho antes de las sanciones impuestas desde Estados Unidos, las cuales han servido de campo fértil para abonar la tesis del enemigo externo.

En Venezuela se desarrolló un fenómeno semejante al observado por Canavese, en la Argentina de 1985: “Hay una tasa de inflación que constituye un umbral de hiperinflación que depende positivamente del grado de monetización de la economía y negativamente del peso del déficit gubernamental sobre el PIB y la sensibilidad de la demanda de dinero a la tasa de inflación”.

Esta práctica gravosa se vino replicando desde 2013, generando la consecuencia del estallido de la Hiperinflación, fenómeno este pretendido morigerar por el régimen.
Así pues seguimos contando con dos estimaciones de inflación y una misma realidad, seguimos en medio de una larga y dolorosa hiperinflación y la destrucción monetaria, las diferencias subestimadas en la medición de precios se deben al efecto de presencia de desagregados subvaluados por parte del órgano emisor, quien desde 2013 demuestra su absoluta falta de independencia y autonomía institucional. Desde allí se presenta un gráfico con la conducta del agregado de precios oficiales, en donde se demuestra el absoluto fracaso del régimen por lograr la estabilidad de precios.

Aún persiste el fenómeno de inflación, en el país los efectos sociales son más eficientes para describir este drama social, nuestra población presenta 97% de pobreza de ingreso, 80% de pobreza extrema, una deformación paramétrica en la estructura demográfica como consecuencia de la diáspora que fustiga a un país, que es ya una amenaza a la estabilidad de la región, nuestros más de cinco millones de desplazados configuran un cuadro violento y crudo de crisis humanitaria en el mundo occidental, el fenómeno de la hiperinflación se acompaña con una contracción brutal de la economía, a saber solo contamos con una cuarta parte del tamaño de la economía que exhibíamos en 2013, sólo subsisten algunas empresas de alimentos y empaques y estas no superan el 25%, somos una economía in extremis.
Las cifras de la Asamblea Nacional resultan a todas luces más coherentes y apegadas a los preceptos de no Heterocedasticidad, Homocedasticidad y Multicolinealidad, es decir son más cercanas a la lógica de lo que ocurre en la economía, de lo que siente el consumidor, es inviable que se apele a una desaceleración en la inflación, sin embargo aún y con todos los subterfugios impuestos desde el BCV para ocultar el desastre, lo cierto y tangible es el grado de absoluta incompatibilidad de la crisis con la realidad diaria nacional.

Finalmente como sentenciaba el novelista argentino Ernesto Sabato, estas son dos realidades y una misma fealdad, dos cálculos: uno insesgado y aproximado a la verdad y otro manipulado y subestimado, que pese a todos estos subterfugios es incapaz de ocultar el fracaso en materia de estabilidad de precios del régimen.
“En medio de la mentira por encima de esta, en la hendidura busca este país su verdadero rostro para curarse”




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