La lluvia aligerada por el viento, el río, el rocío, alimentan bosques y sembradíos. Del mismo modo la Universidad, centro del pensamiento político, económico, científico y cultural, fructifica las ideas para construir y sostener una nación.

De ella se ha surtido la sociedad venezolana para la libertad, la democracia y la prosperidad, en distintos momentos de nuestra historia. Desde las  aulas se pusieron al frente de grandes proyectos democráticos y libertarios; muchos perdieron su libertad, su vida.

Fue en la gran casa de las ideas donde aclararon el horizonte, dieron forma a su sensibilidad social, sus sentimientos de justicia, armaron sus escuderías partidistas y sus visiones de país para la lucha por la libertad, la dignidad humana, contra las dictaduras y por la democracia.

Desde idearios distintos arribaron a la presidencia del país, Betancourt, Edgar Sanabria, Leoni, Caldera, CAP, Herrera. Otros  que también constituyeron la Generación del 28, protagonizaron papeles estelares: Jóvito Villalba, a quien el dictador Pérez Jiménez birló la presidencia y lanzó al exilio, fue brillante orador y figura histórica significativa en la política.

Cuanto pudiéramos abundar sobre el brillante y culto liderazgo, de lo que  se conocía tradicionalmente como la izquierda, con sus errores  y luchas sacrificadas, auto cuestionadas en abundante literatura: Teodoro Petkoff, Américo Martin, Freddy Muñoz, Moisés Moleiro, Juvencio Pulgar, Alfredo Maneiro, Domingo Alberto Rangel, entre otros.

De catadura socialcristiana: Rafael Caldera, Rodríguez Iturbe, Aristides Calvani, Oswaldo Álvarez Paz, Abdon Vivas Terán, etc.

Otros, junto al quehacer político, crearon y fortalecieron el ámbito de la cultura, los medios, Miguel  Otero Silva, protagonista principal del  diario El Nacional, Isaac Pardo, Francisco Massiani, Herrera Luque. Sabios economistas, sociólogos, científicos e investigadores como Jacinto Convit, autoridades universitarias como Rafael Pizzani, Jesús María Bianco, Pedro Rincón Gutiérrez, Aníbal Rueda, etc; que luego fueron hombres de trayectoria significativa en la vida del país.

En los ámbitos regionales, fueron universitarios los protagonistas de grandes proyectos, como por ejemplo: Sucre  Figarella en Guayana.

Es la Universidad que no se avergonzaba ni rehuía la responsabilidad política frente al país, plena en toda su diversidad y pluralismo. No  la politiquera que opta por la voracidad burocrática y reduce la universidad a ser un inofensivo centro laboral, que expide títulos y lucha por mejoras salariales.

Trabajemos por el cambio, lavemos  el rostro y alma de nuestra universidad, liberémosla de sometimiento  al régimen  destructivo, para hacerla nuevamente autónoma, centro del pensamiento político y ético de la nación, comprometida con la democracia, la libertad, la justicia y la dignidad humana.

Su caudal científico, tecnológico y cultural para la prosperidad material y moral del país. El cambio está en marcha.




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