Autoridades brasileñas dijeron este sábado que Rocinha, la mayor favela de Rio de Janeiro, está nuevamente bajo control. (Cortesía)

Autoridades brasileñas dijeron este sábado que Rocinha, la mayor favela de Rio de Janeiro, está nuevamente bajo control después de que cerca de un millar de soldados fueran desplegados ahí para apoyar a la policía en el combate a traficantes, tras días de intensos tiroteos.

Cinco presuntos delincuentes fueron detenidos en las últimas horas y también fueron incautados varios fusiles, granadas y pistolas, informó la policía.

Aunque por séptimo día consecutivo se reportaron tiros en algunos puntos de esta favela ubicada en plena zona rica y turística de Rio, el secretario de Seguridad del estado, Roberto Sa, dijo que el despliegue de 950 soldados el viernes hizo que la crisis se contuviera.

«Estamos manteniendo la estabilidad», dijo Sa en una rueda de prensa.

Los militares entraron a pedido del gobierno de Rio que, a un año de haber celebrado los Juegos Olímpicos está sumido en una grave crisis económica y de violencia, y no logró controlar la situación.

«No tenemos un plazo para salir», confirmó el general Mauro Sinott.

Los más de 70.000 habitantes de Rocinha intentaban volver a la normalidad este sábado en medio de la fuerte presencia de soldados, tanques y de constantes requisas por parte de los agentes.

Los soldados habían sido instruidos inicialmente a solo cercar la favela para que la policía y las fuerzas especiales pudieran entrar en la comunidad en busca de sospechosos.

El secretario Sa destacó las dificultades de esta tarea porque «hay articulaciones de facciones criminales que se protegen y ayudan», lo que llevó, dijo, a la detención de un traficante en la lejana Ilha do Governador.

La violencia en Rocinha -que desde 2012 forma parte de las favelas oficialmente «pacificadas»- se recrudeció el domingo pasado cuando traficantes invadieron la comunidad para aparentemente quitarle el control a una corriente rival del mismo grupo.

Alrededor de 1,5 millones de personas, un cuarto de la población de Rio, vive en favelas. La mayoría son de clase trabajadora, ignorados durante décadas por el gobierno, lo que creó un espacio fértil para las bandas de traficantes.

Sa dijo que la operación en Rocinha es una «gran oportunidad» para acabar con delincuentes que hasta ahora eran intocables.

«La gente es la que nos puede ayudar a limpiar la favela por un plazo largo», dijo el general Sinott. «Tienen que vencer el miedo», añadió.




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