Tomás quiere regalarle un audífono a su papá porque está notando que no escucha bien. “El viejo” como Tomás le dice, requiere que le repitan las cosas para poder comprender. Sube el volumen del televisor a intensidades que perturban a todos en el hogar. Ya no disfruta las reuniones familiares y hace algún tiempo que tampoco comparte con Juan y los otros amigos en la cafetería de la esquina, porque no entiende las conversaciones cuando hablan más de dos o tres personas al mismo tiempo. A veces lo ve triste y aislado.

Solo faltan 15 días para que “El viejo” cumpla los 67 años y Tomás quiere, para ese día, que su papá tenga un audífono. Sin perder tiempo, Tomás inicia la búsqueda por internet, en la página donde acostumbra adquirir los regalos familiares con entrega a domicilio. Son tantas las opciones que le cuesta decidir. Entonces prefiere consultar en la tienda vecina a su oficina que ofrece adaptación de audífonos.

-Buenas tardes. Quisiera saber los precios de los audífonos. Es para mi papá que creo que ya no está escuchando bien. Dijo Tomás a la dependiente de la tienda.

–Muy buenas tardes señor. Bienvenido. –dijo la joven audioprotesista sonriendo. Y continuò: -Para una adecuada adaptación de audífonos a su papá, es necesario realizar una evaluación auditiva y que él se pruebe un par de nuestros audífonos, graduados según su nivel de audición.

-Eso va a estar difícil porque él no va a querer venir y además el audífono sería para un regalo sorpresa. – dijo Tomás.

-Entiendo. En ese caso podríamos ir a su casa y evaluarlo allá…

La sonrisa burlona de Tomás lo dijo todo.

-Si quiere, podría entregarle este folleto a su padre, y leerlo usted también. Por favor, intente convencerlo porque la única forma de adaptarlo es en su presencia.

-Está bien. Se despidió Tomás decidido a seleccionar la opción de internet.

Tomás entró a las páginas de compras por internet que ya había visitado los días previos y comenzó “su análisis” de mercado. Encontró una oscilación amplia de precios que le confundían, pero finalmente se decantó por un amplificador que no superaba los 100 euros. En una semana le llegaría el pedido a la oficina, tiempo suficiente para el día del cumpleaños.

Pasados unos días. Tomás entró a revisar como iría el envío del regalo para su papá y se tropezó con un artículo del País, de España. (https://elpais.com/politica/2015/04/29/actualidad/1430321433_675485.html)

Lo primero que le llamó la atención fue: Si le ofrecen un audífono muy barato para paliar un problema de sordera, desconfíe. Es probable que no sea un audífono, sino un simple amplificador de sonido que, mal utilizado, puede provocar daños en el oído.

Tomás pensó: ¿Qué habré comprado yo para mi papá?, ¿Un audífono o un simple amplificador?

Siguió leyendo: Los audífonos se consideran productos sanitarios, requieren una adaptación individualizada por un profesional, son programables para procesar de forma específica las distintas frecuencias del espectro sonoro y compensar la pérdida auditiva de cada usuario. Mientras que los amplificadores son genéricos, aumentan el volumen de todo el espectro auditivo por igual y lejos de ayudar, podrían producir un trauma acústico».

Tomás ahora comprendió la explicación de la joven de la tienda vecina.

Continuo la lectura: «Un audífono cuesta entre 1.000 y 1.200 euros, así que cuando ofrecen en televisión o internet un amplificador por 60 euros, está claro que no es un audífono».

Tomás inmediatamente entendió que había comprado un amplificador para su papá y que no le serviría. Intentó suspender la compra que había hecho, mientras solicitaba por teléfono una cita para llevar a su papá a la evaluación auditiva.

Al día siguiente, “El viejo” acudió a la cita, abrumado por el silencio, cabizbajo y a regañadientes. Luego de más de una hora, salió de la oficina con una sonrisa y disfrutando los sonidos por sus dos oídos. Antes de volver a casa, pasaron buscando la torta del cumpleaños en la cafetería de la esquina y se tropezaron con Don Juan.

Compadre, – le dijo el papá de Tomás. Ahora si voy a venir a conversar en las tardes porque estoy escuchando.

-¿Y qué hiciste?- le preguntó Juan.

-Tengo un par de audífonos compadre. Ojalá los hubiera aceptado antes.

-¿Qué dice compadre? –preguntó Juan

-Deberías ir también a evaluar tu audición. Elige oír compadre.

-Lo voy a pensar…

-Nos vemos en la nochecita para cantar cumpleaños, y ahí le cuento. -le dijo “El viejo” a Juan

Tomás esperaba desde el auto disfrutando con complacencia la nueva vida de “El viejo”.

 

 

 

 

 

 




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