John Ashbery, un genio enigmático de la poesía moderna cuya energía y dominio atrevido e ilimitado del lenguaje elevó la poesía estadounidense a alturas extraordinarias y desconcertantes, falleció el domingo. Tenía 90 años.
Ashbery, ganador del Premio Pulitzer y señalado a menudo como candidato al Nobel, falleció en su casa en Hudson, Nueva York. Ashbery murió de causas naturales, dijo su esposo, David Kermani.
Pocos poetas son ensalzados en vida. Ashbery fue el primer poeta vivo al que la Biblioteca de Estados Unidos publicó un volumen dedicado exclusivamente a su obra.
Su colección de poemas de 1975, “Self-Portrait in a Convex Mirror” (Autorretrato en un espejo convexo), ganó de manera extraordinaria la triple corona como podría decirse informalmente: el Premio Pulitzer, el Premio Nacional del Libro y el galardón del Círculo Nacional de Críticos de Libros.
En 2011, Ashbery fue distinguido con la Medalla Nacional de Humanidades y se le acredita haber cambiado “la manera como leemos la poesía”.
En la revista especializada Slate, el crítico y poeta Meghan O’Rourke recomienda a los lectores que “no intenten entender los poemas, sino que intenten disfrutar su estructuración, como cuando uno escucha música”.