Foto: Dayrí Blanco

Dayrí Blanco | @DayriBlanco07

A Dora de Moreno se le vio caminar por la avenida principal de Goaigoaza con una bolsa de comida. Tres kilos de harina de maíz y dos de pasta. Pero no estaba contenta. Ella sabe que esa no es la solución a la crisis que están viviendo resumida en más de 40 horas sin electricidad ni agua y alrededor de 300 familias las que perdieron sus enseres por el desbordamiento del río la noche del martes.

El paso vehicular, tras el colapso del puente Miquiji, fue restablecido gracias a la labor de vecinos del sector. Igual hicieron con la electricidad en algunas calles. «Lograron colocar la luz en unas pocas casas porque hay personas que viven aquí que trabajaron en Corpoelec», relató Julio Corrales.

La mayoría de los habitantes de la comunidad se quedaron sin nada. No tienen ni colchones. Algunos tuvieron que ir a dormir sobre los bancos de la iglesia porque aún hay barro dentro de sus viviendas. «Lo peor es que ni la alcaldía ni la gobernación nos han dado al menos colchonetas».

Es la primera vez que el río se desborda con tanta fuerza. Maritza Ochoa no recuerda la hora exacta en la que todo comenzó. Dice que fue antes de las 10:00 p.m. del martes cuando escuchó infiere estruendo. Con el agua a más de un metro de altura dentro de su casa no fue hasta la mañana siguiente que se dio cuenta de lo que había pasado: Una de las paredes del porche se fracturó, y afuera, la cancha deportiva de la comunidad se desplomó.

La mañana del miércoles las enfermeras del ambulatorio de la zona se encontraron con agua, lodo y parte de los equipos y papelería perdidos. Ahora deben atender las afecciones primarias de los vecinos en un garaje que fue habitado con dos mesas y unas cuantas sillas.

Ahí en Goaigoaza continúan las labores de rescate de lo poco que no se dañó por completo con la inundación. Ellos se sienten abandonados. «24 horas después de la emergencia fue que vimos aquí al gobernador y al alcalde prometiendo comida y agua. Hoy nos están repartiendo gratis una bolsa con alimentos cuando antes nunca nos llegó el CLAP», expresó Adelaida Velásquez.

 

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