El ataque terrorista de Hamas sobre Israel le ha caído de maravillas a Putin, aliviado de las críticas miradas del mundo, concentradas ahora en las atrocidades de los fanáticos islamitas. Podrá seguir matando ucranianos indiscriminadamente, sus tropelías convertidas ahora en rutina de poco interés para los periodistas y su público.
Y gran revuelo se ha alzado sobre quiénes son las víctimas y quiénes los victimarios en la violenta situación. Algunos dan a entender que los palestinos fueron despojados de sus tierras cuando se creó el estado de Israel. Existe una confusión sobre la existencia o no de eso que llaman Palestina, y el pedazo de tierra que llaman Gaza parece a punto de rasgarse, como un trozo de tela halado por muchas manos en direcciones opuestas.
Y mientras las feroces acciones bélicas entre las fuerzas israelitas de defensa y los terroristas del Hamás continúan, a alguien se le ha ocurrido involucrar a Jesucristo en la disputa, afirmando que el hijo de José y María era palestino, de lo que se deduce se llamaba como el encabezado de este comentario, o algo así. El disparate no pudo ser más desafortunado. Ni haber dicho que Guaicaipuro era venezolano, por ejemplo, pudo ser peor. Aunque, a lo mejor (o a lo peor) a alguien se le ocurre insertar semejante disparate en Wikipedia y no faltará quien lo repita como un loro.
El campesino sumido en el llano tal vez no sepa dónde queda Caracas, pero seguramente sabrá ordeñar una vaca, o cuándo sembrar y cuándo cosechar, cosas que muy probablemente ignorará un caraqueño. Es que brutalidad es una cosa, falta de instrucción otra, aunque se puede ser bruto e ignorante a la vez.
Quienes manejan los hilos del poder han sabido eso desde siempre a la hora de colocar a un títere en el puesto de mando de un territorio cualquiera, llámese “ínsula Barataria”, país o nación. Y súbditos o gobernados, que son los que sufren los desaciertos del títere, dudan: “Bruto e ignorante no debe ser; para estar en ese cargo…”, cuando precisamente por eso lo pusieron ahí. Los hombres inteligentes e instruidos no se dejan manipular tan fácilmente, a menos que sufran esa enfermedad llamada soberbia, que les impida escuchar sabios consejos.
Google ha sido siempre de gran ayuda para quien no tiene la suficiente instrucción sobre determinado asunto. En el supuesto de que sepa hacerlo, puede encontrar allí la respuesta a cualquiera pregunta frente a su ignorancia o su curiosidad. Pero ¡cuidado! Que la respuesta puede no ser la verdadera: cualquiera puede cargar en la Internet información incorrecta o falsa, y así, quien incautamente acepte la respuesta como válida, puede incurrir en error o hacer el ridículo, afirmando algo sobre lo cual los demás, mejor instruidos, seguramente se burlarán y harán chistes.
Por supuesto que el afirmar que al Nazareno lo crucificaron los españoles puede tomarse como un “lapsus mentis”, suponiendo que quien lo sufrió tiene alguna capacidad mental. Pero Palestina no existía cuando nació Jesucristo, ni España cuando lo crucificaron, ni Venezuela cuando Guaicaipuro andaba por nuestro caribeño país.
Nada de eso importa ahora tanto como que se detengan las decapitaciones de inocentes niños, el rapto y violación de indefensas mujeres, y el tiroteo a mansalva de quienes sufren las tensiones entre creencias religiosas, por asesinos que exaltan el amor y la paz con el puñal escondido entre el ropaje, y el fusil automático listo para disparar contra cualquiera sombra que se mueva en tan hostil territorio.
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