¡Es la economía estúpida!”

James Carville.

Desde 2013, henos visto cumplidas todas las advertencias hechas bajo sobradas razones desde el año 2006, cuando el chavismo abandonó las formas de un autoritarismo competitivo para convertirse en una forma de gestión autocrática y desde luego se aplicó mayor énfasis en la planificación centralizada como mecanismo de acción, en el año 2010, las reservas internacionales fueron expatriadas y se escindieron las propiedades de liquidez y transparencia, siempre se advirtió a esta hegemonía atornillada al poder que el manejo manirroto de los recursos y especialmente la indisciplina monetaria jugarían un papel crucial en esta tormenta perfecta.

La muerte de Chávez y el ascenso al poder de Nicolás Maduro, darían cuenta de la eclosión de la crisis de las crisis, el fenómeno de la hiperinflación se materializó a guisa de una malformación tumefacta en el cuerpo del Estado, esta antigualla de la hiperinflación tiene como causas fundamentales, el nulo coste de impresión de dinero por parte del Banco Central de Venezuela y la ausencia de autonomía e independencia que se hacían evidente en el Banco Central, institución reducida a una mole de hormigón en el centro de la Capital de la República, forma parte de esta horrida historia contemporánea del madurismo, aquella reticente negativa por dar el informe de la rendición de cuentas por parte del administrador de la hacienda pública nacional, en la persona de Nicolás Maduro, del ejercicio del 2015, todo ello motivado a que las cifras de inflación superaban los 100% y dejaban al chavismo inerme en su retórica vacua de la eficiencia económica de la V República, frente al colapso de la IV Republica envilecida de los burócratas con su 100% de inflación en la década de los noventa.

Así, en 2015 la inflación se ubicó en 180,90%, en 2016 en 274%, hasta ascender en 2018 hasta 130.000%, una cifra inmanejable y esta antinomia nos acompaño hasta 2021, con una atroz caída del producto interior brito que califican de compleja a esta crisis, pues el chavismo es más lesivo que un terremoto o que una guerra, la moneda nacional fue expoliada de ceros catorce ceros menos y se instauró, una injusta, desigual y fáctica dolarización transaccional, los venezolanos no tenemos ni moneda y menos salario y además presentamos las características de un daño humano inocultable, somos una sociedad anestesiada, inmóvil, absolutamente indiferente.

Ningún mandatario se había atrevido a manosear en cadena nacional, un lingote de oro, este despropósito fue cometido por Maduro, el oro le ha permitido al chavismo sortear la ola de la destrucción de la industria petrolera y la contracción de todos los sectores del producto interno bruto, es menester recordar que, en 2017, ya existía la caída de el PIB en un 47% aproximadamente, esta caída es justo ex ante las sanciones, ese comodín existente en la narrativa del régimen.

Este mes de agosto, es tan negro como el del año pasado, las brechas entre los esquemas cambiarios dan una robusta y preocupante medida de más de 12%, a pesar de las intervenciones de la semana pasada que suman 120 millones de dólares, somos una sociedad acostumbrada a la inestabilidad, al aluvión a la inexistencia, a la entropía y al ruido.

En suma no hay noticias halagüeñas, el tipo de cambio podría de mantenerse la onerosa flotación sucia superar los 65 bolívares por dólar, la actividad comercial da cuanta de una crisis del consumo como resultado de la precariedad salarial y el repunte inflacionario, todo ello atado a una gravosa deuda de 180 mil millones de dólares de los cuales 80 mil millones están en impago, las fallas de base, centradas en la emisión de dinero sin soporte, financiamiento a PDVSA, desde el BCV y la reducción de 8 toneladas de oro monetario, dejan ver que la economía y su estabilidad en el bienestar no les conviene, pues la miseria embrida control social, nunca van aplicaran un programa sensato pues con estas perversiones han logrado su cometido, hacer de la revolución su venganza personal.

No tendremos soluciones efectivas en medio de las mismas prácticas, la intención es no mejorara, jamás dar el brazo a torcer.

La estupidez insiste siempre”

Albert Camus




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