(Cortesía)

Todos estamos familiarizados con el concepto de producto interior bruto, pero el de felicidad interior bruta no es tan conocido. Fue acuñado en uno de los países más peculiares del mundo, Bután, que ha sido pionero por incluir de manera firme en sus políticas estatales la legítima búsqueda de la felicidad.

Se trata de una filosofía que prima otras cuestiones más allá de tener las necesidades materiales cubiertas y que no da la misma importancia al consumo que los países industrializados.

En Bután, un país de mayoría budista, la felicidad tiene más dimensiones, y reconoce las necesidades físicas, sociales y espirituales como parte de la misma. El país invierte un alto porcentaje de sus recursos en el sector de la salud, y está prohibido privatizar en él los servicios sanitarios.

Desde el año 2013, cada 20 de marzo el mundo celebra el Día Mundial de la Felicidad, tras una resolución de la Asamblea General de la ONU que fue inspirada por Bután, país que a su vez fue anfitrión de una reunión titulada «Felicidad y bienestar: definición de un nuevo paradigma económico» durante el sexagésimo sexto período de sesiones de la Asamblea General.




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