La decisión no es fácil. Carlos Díaz dedicó más de 24 años de su vida al Poder Judicial. Ahí se desarrolló profesionalmente con el plan que muchos tenían en aquella Venezuela: estar tranquilos económicamente al convertirse en jubilados.
Pero eso no ha sido posible para él. Se debate entre comprar los medicamentos que requiere y algo de comida. “Hoy compro unas pastillas, mañana un kilo de ñame y pasado un poquito de cambur… Así resolvemos el día a día”.
Díaz nunca imaginó que estaría en esa situación. Siendo trabajador activo fue parte de la creación y aprobación del contrato colectivo que le garantizaría una vejez digna, y que es letra muerta ahora.
Con nostalgia recuerda que el Poder Judicial tenía de las mejores coberturas de seguros del sector público, y en la actualidad debe acudir a un hospital si requiere atención médica. “Y lo hacemos a la buena de Dios, porque sabemos que no hay medicinas, insumos ni suficiente personal”.
Volver a trabajar después de ser jubilado
La labor que ejerció Díaz por más de dos décadas fue como oficinista y en la que no ha encontrado oportunidad con la edad que tiene. Diferente es el caso de Maritza Sifontes. Ella es enfermera pensionada a la espera de su jubilación, pero se mantiene activa para poder subsistir.
Está en un centro público por vocación. “Me da dolor ver los hospitales vacíos por la migración y porque los profesionales jóvenes no quieren trabajar por esos salarios que no alcanzan para nada”.
También labora en un centro privado y da clases. Otras colegas simplemente viven de lo que sus hijos que están en el exterior les pueden mandar.
Protesta por una jubilación digna
Ella y el jubilado del Poder Judicial se sumaron a la protesta de este jueves 9 de marzo en la Plaza Santa Rosa, donde exigieron una pensión digna que les permita comprar sus medicinas y alimentos.
“Nicolás Maduro nos puede ver de rodillas, pero nunca caídos ni derrotados. Le dimos al país más de 40 años de servicio y hoy los colegas fallecen en sus casas de enfermedades adquiridas en el desarrollo de la profesión”, expresó Sifontes.
Jorge Rodríguez, jubilado de Pequiven e integrante del Comité de Pensionados de Fetracarabobo fue tajante: “Jubilación significa júbilo, tranquilidad, economía y paz… yo debería estar jugando con mis nietos y no en la calle con dos patologías crónicas que no las puedo cubrir”.
Para él, en el país existe una política general de exterminio arquitectada por el gobierno para eliminar una población diezmada, enferma y “que forjamos en el pasado a Venezuela… Nos han sumergido en el más complejo estado de indefensión, en una pobreza inducida”.
Sin medicinas
Alba Morales, coordinadora del Comité de Derechos Humanos para la Defensa de los Jubilados, Pensionados, Adultos Mayores y Personas con Discapacidad de Carabobo, detalló que, además de la protesta, llevarían un comunicado con todas sus exigencias a la Caja Regional del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).
“Pedimos al gobierno que cumpla con los artículos 80 y 91 de la Constitución que establecen que el salario mínimo debe estar equiparado a la canasta básica familiar que hoy está en 900 dólares”.
También solicitan que se reactive la entrega de medicinas para pensionados con enfermedades crónicas. Uno de ellos es el esposo de Migdalia Martínez, quien tiene rectocolitis ulcerativa. “Hace más de un año que el IVSS no le entrega las medicinas que le corresponden por derecho y tenemos que comprarlas en Colombia”. Para eso, su esposo hace trabajos de mecánica.
