En cada espacio del tiempo histórico venezolano, iniciado con el descubrimiento en 1498, y en diferentes épocas, la mujer venezolana se ha caracterizado por su activa, abnegada y valerosa participación, para lograr los nobles objetivos de la emancipación. En momentos de plena dificultad, numerosas paisanas brindaron guarda y cobija a los combatientes de luchas e ideas, que, por ser fieles a causas justas, eran perseguidos sin tregua; otras sirvieron de mensajeras, transitando sitios inhóspitos y vigilados por fuerzas enemigas; unas atendían a los heridos en pleno campo de batalla.

Quienes conocían de manualidades contribuían con la costura de ropas y uniformes; unas preparaban comida.

Quienes demostraban guáramo tomaban un arma y peleaban en primera fila, hombro a hombro con los soldados de la patria, regando con su sangre no perdida los caminos de la redención; otras avanzaban como troperas en la retaguardia para realizar funciones logísticas.

Ana María de Campos Cubillán de Fuentes, nacida en Los Puertos de Altagracia, estado Zulia el 2 de abril de 1796; hija de Domingo José de Campos y Perozo de Cervantes y María Ana Cubillán de Fuentes y Vera. Ana María recibió una esmerada educación, en sus tiempos libres practicaba la equitación con mucha destreza, también en forma discreta leía libros de los enciclopedistas franceses, los cuales comentaba con un grupo de vecinos y amigos.

Luego de la gloriosa batalla de Carabobo ejecutada el 24 de junio de 1821, y el encierro de las fuerzas realistas en Puerto Cabello, se inicia por parte del ejército español, cual león de Castilla herido, una contraofensiva especialmente dirigida hacia el occidente en las regiones de Trujillo, Coro y Maracaibo.

El general Francisco Tomás Morales, segundo de Miguel De La Torre, luego de haber realizado expediciones fallidas sobre Barcelona, Macuto y La Guaira a finales de 1821, se movilizó desde Puerto Cabello hacia Maracaibo en marzo de 1822;

Ana María Campos, Acusada de haber organizado numerosas reuniones clandestinas, y de habérsele oído decir durante una de ellas:

«Si Morales no capitula, monda», decir: “Si no se rinde, muere”.

Al negarse a presentar disculpas a las autoridades Españolas, Morales pensando en doblegarle su entereza y valor, buscando a la vez que no repitiera sus palabras y que sirviera de castigo ejemplarizante, la condena a ser flagelada públicamente; a tal fin es conducida descamisada por las calles de Maracaibo a espaldas de un burro, como señal de vejación.

Durante el desplazamiento recibía latigazos del verdugo Valentín Aguirre, quien después de cada azote le preguntaba si se quería disculpar, a lo que la valerosa doncella respondía sin inmutarse y en presencia de quienes la observaban, repetía;

“Si no capitula, monda”.

La tortura recibida dejó en esta valerosa mujer la herida física, como también en alto su dignidad, valor de mujer y compromiso de patria en sus ideales; en ningún momento dio muestras de debilidad o arrepentimiento.

Demostró estoicamente que los tantos latigazos recibidos en su joven cuerpo, no mermaron ni la dignidad, ni el miedo. Falleció esta valerosa representante de la mujer venezolana el 17 de octubre de 1828 en Maracaibo “tierra del sol amada” como bien la bautizó el eximio poeta Rafael María Baralt (1810-1860).

Ana maría Campos contaba treinta y dos años; un monumento en su memoria se encuentra en Maracaibo en el sector El Milagro; indicando a las presente y futuras generaciones el papel preponderante que han jugado nuestras paisanas.

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