En el desarrollo del adolescente existe un marco ineludible donde interactúa con los entes sociales del entorno; se tiene como referente su marco de vida individual, su historia y un presente a veces incierto. Es el periodo en que se produce con mayor intensidad la interrelación entre sus habilidades individuales, sus destrezas psicosociales, las metas sociales disponibles, las fortalezas y desventajas del mundo en el que se desenvuelven. Eso los hace a veces sentir que todo los que los rodea conspira en su contra.

Las tradiciones que antes formaban parte fundamental de su existencia comienzan a perder preponderancia en sus vidas. Y muchas veces esas alegrías que les permitían soñar con un mundo más bonito y confortable se transforman en espacios de soledad y los lleva a veces a deambular en un recinto lleno de gente, pero solos por dentro.

La Navidad es una de esas tradiciones que forman parte de nuestro acervo cultural y a medida que pasan los años va tomando un cariz distinto dependiendo del ciclo de vida en el cual nos encontramos.

En la adolescencia, las navidades representan un periodo de descanso escolar en primer término. Para ellos hay nuevas ilusiones que van más allá de las fiestas, los regalos y la ropa nueva. Ellos necesitan vivir la navidad de una manera diferente, necesitan ser tomados en cuenta y formar parte de la verdadera acción de estas festividades.

Si realmente los tomamos en cuenta y ellos se sienten parte fundamental de estas fiestas, tendremos unas navidades diferentes donde se sentirán incluidos e importantes. Hagámoslos que se conviertan en la luz que realmente ilumine nuestro pesebre.

Porque, si bien es cierto que nuestra realidad actual nos obliga en algunos casos a replantear la celebración de las navidades debemos afianzar nuestros lazos y afectos más que nunca. Hay que hablarle a nuestros hijos con la verdad sin importar su edad. Ellos lo van a entender si les hablamos desde el amor y la compresión.

Entonces, incorporemos a la acción, celebremos una navidad con canciones diferentes que nos permitan integrar a toda la familia. Hagámoslos juntos, salgamos de compras y démosle la oportunidad de tomar decisiones acerca de lo que podemos comprar. Decoremos la casa entre todos y coloquemos las luces de la forma que ellos lo decidan. Iluminemos la vida con amor, ilusión, compresión y sueños.

Busquemos esos juguetes viejos que nos emocionaron a todos y nos permitieron compartir espacios maravillosos de disfrute y complicidad.

De esta forma, les damos la opción de darse cuenta de lo que realmente nos emociona y al conectarnos a ellos a través de esa emoción.  Significa, mostrarle lo importante que son para nosotros y que todo ese empeño y esfuerzo que ellos expresaron nos dan la infinita posibilidad de vivir y disfrutar una navidad diferente pero, sobre todo, una navidad de verdad compartida.

¡Vivamos juntos la Navidad!




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