Las gran crítica sobre las “redes sociales” pareciera no ser hoy algo nuevo, pero sí es novedad cómo quedan las redes con cada consecuencia “cambiante” que se nota al entrar en ellas. ¡Por eso, es noticia diaria decir que las redes enredan! Lo señala el antropólogo Marc Augé (Poitiers, Francia, 1935) cuando comenta -palabra más, palabra menos-, que las tecnologías nos alteran el espacio y el tiempo, aunque podamos contactar con alguien en cualquier lugar y circunstancia; “pero relacionarnos en verdad con <el otro> o con <los otros>, exige que nos dediquemos a un tiempo y un espacio muy concretos. Es algo paradójico, pero vemos cómo las redes sociales están destruyendo las relaciones sociales”.
Destacar y redundar la importancia de las relaciones sociales no es palabra trillada ni opinión gastada; decir, además, que cobramos sentido como personas al relacionamos con otros, no es tampoco “noticia saturada”, pero las encuestas en USA y en otras partes del mundo, ya detectan que los jóvenes (¡nuestros relevos!) prefieren interactuar en la redes sociales, que hacerlo en persona; quizás por no dejar recuerdos físicos y huellas anímicas. ¿Será, se pregunta Marc Augé, que “tenemos miedo a tratarnos en relaciones cara a cara”? Es el gran mal de las redes, que están trastocando la naturaleza misma de la relación humana; que alteran espacio y tiempo. Cada vez hay un número más reducido de personas que están en la vanguardia del saber real, que busca con amor y furor encontrarse con el conocimiento verdadero, con la realidad, con lo que es noticioso genuino; y ya hay demasiada gente que no sabe, o apenas sabe…, pero que cree saber, y sabérselo todo.
Como si hablásemos en jerga deportiva, diríamos que “a estas alturas del juego”, la gente debería hacer mucho más por detectar que no es suficiente, ni totalmente confiable, lo que nos dan las redes sociales. Pero vivimos en un mundo cuyas realidades son muchas, y la reconstruimos a diario; y que por lo mismo de su inestable dinámica, esas realidades podemos “capturarlas” sólo en muy pequeñas cantidades…
¡En un mundo donde las redes sociales tienen tanto poder de modificación de nuestras conductas, conformémonos,… pero pidámonos más!