Llegaron para quedarse y acompañarnos siempre. Iluminarnos el alma es su misión, cambiar muchas de nuestras ideas y junto a ellos componer una canción.

De repente aparecen para iluminarlo todo, y a través de su propia luz crear un mundo nuevo, diferente, que nos lleva a darnos cuenta que su verdad es tan grande como la nuestra. Que sus deseos son tan intensos, que  por momentos nos deslumbran y nos dejan sin aliento.

Así como son, a veces implacables, duros, impredecibles e irreverentes y de repente risueños, alegres, tan complacientes que llegan a convertirse en nuestros cómplices.

Es como escuchar un cuento, cuando se sientan junto a nosotros y palabra a palabra, gesto a gesto, risa a risa nos invitan a compartir sus sueños y por si esto fuera poco nos permiten ser parte de ellos.

No se cansan nunca de llevarnos a que nos reinventemos cada día, nos impulsan muchas veces a correr con todas nuestras fuerzas para poder estar a su lado. Dibujando un boceto con un mundo diferente que muchas veces se nos hace muy difícil de entender, muy difícil de creer. Nos preguntamos una y otra vez.  Pero a donde van?

Entre chats y videojuegos, tarareando canciones que no comprendemos, nos llenan la vida de matices, de melodías, encendiendo nuestras ideas y llenando nuestro corazón de una dicha infinita.

Construyen poco a poco su existencia. Con errores y equivocaciones a las que tienen derecho pero a la vez con millones de aciertos y propuestas inimaginables para convertir el mundo en un espacio casi perfecto.

Continúan creciendo a pesar de que creemos que se han detenido en un espacio en el vacío que no les ha permitido extender sus brazos y lanzar su vida por un camino bueno.

Podemos creer que son difíciles e incomprensibles, pero su vida es mucho más sencilla de lo que nos parece. Están buscando dentro de ellos y fuera de nosotros su propia identidad. Comienzan a encontrase con ellos mismos se forman una visión del mundo singular y sobre todo muy particular. Ahora elaboran sus ideas, pensamientos y deseos con un sentimiento propio y con una firma única y muy peculiar.

Son como un torbellino, capaces de llegar y revolverlo todo con su búsqueda incansable y sus deseos de convertirse en alguien que realmente les permita ser felices y regalarnos esa felicidad. Quieren que se les tome en cuenta, necesitan que creamos, que confiemos en ellos y que simplemente le demos la posibilidad de llegar a ser lo que siente y desean ser. Lo único que piden es que les escuchemos y que seamos sus compañeros de lucha, de aventuras, sus compañeros de verdad. Nos piden que seamos ese soporte vital, imprescindible para continuar.

Tienen capacidades infinitas, una gran creatividad, un intelecto que comienza a expresarse, es en este momento de su vida donde todas sus habilidades se elevan a la máxima potencia y fluyen de una manera tan sublime, tan maravillosa, tan especial que llegan a cautivarnos el corazón y la vida con su irrenunciable realidad.

Hay que conquistarlos, regalarles un espacio lleno de posibilidades, convertirnos en esa pequeña luz que ilumine sus senderos, donde encuentren un suelo fértil para sus ideas, sus sueños, sus sentimientos, sus emociones. Seamos su refugio y vivamos la aventura de aprender junto con ellos.

Entreguémosle el alma y así de esta manera le damos permiso para que sepan quienes en verdad somos pero desde muy adentro.

Nuestros adolescentes están aquí y ahora dispuestos a dar cualquier batalla solo esperan que les permitamos ser parte de cada una de ellas. Permitámosle conocer el amor a través del amor que realmente sentimos por ellos, mostrémosle ese amor, dejémosle valerse por sí mismos, no importa si se caen estemos allí para que los ayudemos a levantarse. Aprendamos a pedirles perdón y a perdonarlos. No les negamos nuestro tiempo que al final es el tiempo de ellos.

 

 




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