Estas luchas contra el régimen oprobioso de Nicolás Maduro, es un ir y venir. Un constante levantarse para volver a empezar hasta logar la victoria y con ella la democracia, la libertad, la decencia, el pan de cada día, la medicina que sana,  la civilidad que lo contiene todo.

La política venezolana, siempre ha sido de muchos conflictos, de traiciones entre compadres, Castro y Gómez, por ejemplo. Pérez Jiménez es derrocado cuando las fuerzas de oposición de entonces, la Junta Patriótica, deciden unirse, los militares, furibundos seguidores del tirano, se suman a los que articulados le zarandeaban el piso.

A los políticos les corresponde tomar la iniciativa. Todo bien calculado, centímetro a centímetro, sin mirar el reloj, cabeza fría, sin impaciencia, sufrir proviene de paciencia, precisamente. A los políticos, no a los militares, son a quienes constitucionalmente les corresponden gobernar el país.

Tener claro el concepto de que los trances políticos sólo se logran zanjar políticamente. No es deber de la justicia suplir la política. “Ciertamente, la justicia ha de actuar cuando le toca, pero la política no ha de esconder sus responsabilidades apelando a la justicia” (Miguel Roca), Esta es una obligación que se impone a todos los que toman la responsabilidad de la faena política.

Esta faena política, en nuestro caso particular, debe responsabilizarse en establecer una sucesión estratégica que vaya más allá del hecho indiscutible de no asistir a estas elecciones presidenciales. Hay que insistir, por ejemplo, “en el tema de la realización de elecciones serias y creíbles; que mantenga los ojos del mundo en Venezuela. Un hecho concreto que podría acompañar al no a  farsa electoral”, como lo ilustrara apropiadamente mi amigo Edgar Núñez Alcántara.

De manera, que dentro de esa cadena de estrategias la abstención no es otra cosa, en este caso, que un hecho puntual; no asistimos a votar porque no hay ningún tipo de garantías de que sea un proceso electoral medianamente confiable, es una farsa electoral,  no más. No se asiste, igualmente, porque así lo requiere 85 % de la sociedad civil. La Conferencia Episcopal, las universidades, las academias, Fedecámaras, los trabajadores, las ONGs, la comunidad internacional, en pocas palabras, el país entero y muchos de los más importantes del planeta.

En conclusión, es necesario y tan trascendental como no asistir al degolladero electoral, la propuesta de una estrategia realizable. Cero quimeras, el tiempo no da para estas ocurrencias que necesitan tiempos indeterminados. Unidad como una fórmula mágica. La escogencia de un candidato potencial o jefe del grupo opositor a través de una fórmula de consenso o de elecciones primarias abiertas. Logrado esto, lo demás son aderezos que se dan por fuerza de gravedad.

garciamarvez@gmail.com

 

 




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