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El comisionado presidencial para las Naciones Unidas y diputado a la Asamblea Nacional por Petare, Miguel Pizarro. (Cortesía)

El comisionado presidencial para las Naciones Unidas y diputado a la Asamblea Nacional por Petare, Miguel Pizarro, advierte que el pranato existente en la zona José Félix Ribas es resultado de un mismo proceso diseñado por el Estado, «que hace al ciudadano indefenso y al control del Estado un eufemismo”.

Así lo dio a conocer Miguel Pizarro, a través de una publicación en sus redes sociales, en la que ofrece su opinión acerca de lo que, desde hace varios días  sucede en el barrio más grande de Venezuela, Petare.

Pizarro por otro lado recuerda que Petare, como un barrio con historias de superación y que ha tratado de salir de la violencia.

“Ese clamor de las monjas del Fe y Alegría o de los que juegan en la cancha de la 10, de los estudiantes de la Baute y de las emprendedoras del bulevar, se pueda hacer realidad y que no siga lloviendo plomo sobre quienes ya ha llovido suficiente tristeza”, comenta.

Texto íntegro: 

El pranato que existe en José Félix Ribas es responsabilidad y creación política del régimen.

Las zonas de paz son ese territorio liberado donde por diseño, entre la necesidad, la ausencia de autoridad y la orfandad social, se crean micro estados regidos por bandas delictivas con conductas de caudillo feudal.

El Wilexis, el Coqui, el tren de Aragua, todos son resultado de un mismo proceso, de un diseño del Estado que hace al ciudadano indefenso y al control del Estado un eufemismo.

Petare no son ejércitos de chamos con armas cazando a otros chamos por el control de la plaza o de la cancha; Petare es un barrio pujante que ha tratado de superar la violencia y la segregación, que está lleno de historias de superación que hoy están secuestradas y truncadas por la bala, por la pistola y por el poder.

Un barrio con hambre, con tuberculosis, sin agua y sin paz, ese es el único resultado de ese experimento social que desde la comodidad del poder se hace con los barrios y las zonas rurales.

Estos últimos días son la punta del iceberg de un sector del país que está gritando por ayuda hace tiempo atrás.

Hoy son las balas, hace unos meses eran los brotes de hepatitis, la prostitución por comida, las OLP, todas estas cosas evitables, todas prevenibles.

Que ese clamor de las monjas del Fe y Alegría o de los que juegan en la cancha de la 10, de los estudiantes de la Baute y de las emprendedoras del bulevar, se pueda hacer realidad y que no siga lloviendo plomo sobre quienes ya ha llovido suficiente tristeza.




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