La Cumbre por la Democracia, organizada por Estados Unidos con reuniones virtuales y más de una centena de países invitados concluyó sin mayores acuerdos ni fanfarrias. Fue un evento con buenas intenciones que terminó criticado por mucha gente, a causa de los asistentes y también por los que fueron excluidos. China y Rusia no recibieron invitación, ni tampoco Singapur, Turquía y Hungría, mientras que países con democracias frágiles y hasta cuestionables como Pakistán, Filipinas y la India sí fueron convidados al sarao (Paquistán se disculpó y no se presentó, bajo el argumento –entre otros- de que no pretendía formar parte de bloques políticos que trajeran recuerdos de los años de la guerra fría). En total, unas 110 nacionesparticiparon en las deliberaciones y recibieron su certificado de buena conducta,expedido por la democracia más antigua del planeta.

La mayoría de las críticas se dirigieron al Estado patrocinante de la Cumbre y a su máximo representante, el Sr. JoeBiden, con las clásicas acusaciones de que los intereses geopolíticos, y no criterios democráticos, fueron dominantes en la selección de los asistentes. Hubo quien argumentó que invitar a Jair Bolsonaro era una burla a la democracia; otros pidieron explicaciones sobre el significado práctico de que Arabia Saudita no haya recibido tarjeta a la vez que EEUU le vende cientos de miles de millones de dólares en equipo militar. O que la India del Sr. Narendra Modi dejó de ser una democracia hace tiempo. Y por ahí se pueden ramificar los cuestionamientos hasta el infinito, porque ni el mundo ni la especie humana son homogéneos ni perfectos ni hay forma de trazar una línea divisoria clara y precisa entre las democracias y las dictaduras. Mientras que Cuba, Venezuela, China y Rusia son claros ejemplos de regímenes autoritarios, no es tan obvio en los casos de Guatemala, Irak o la República del Congo (la primera excluida y las otras dos invitadas). Pero la democracia, entre muchas otras virtudes, acepta las voces disidentes, y era de esperarse que un evento así despertara quejas y lamentos desde todas partes, en especial desde los rincones más intolerantes del planeta: China, Rusia y mucha intelectualidad antiyanqui se quejaron de que EEUU se atribuya la potestad de decidir quién sí y quién no entra en las puertas del cielo.

Inequidades aparte, ya era tiempo de intentar una unión para contrarrestar el empuje de –entre otros- chinos, rusos, iraníes, turcos y cubanos,o de organizaciones como el Foro de Sao Paulo yel Grupo de Puebla, que ejercen su influencia -económica, militar o la que sirva-para ponerle piedras a la democracia liberal occidental y meter el embudo de los colectivismos, socialismos y populismos allá donde los valores democráticos de la gente no estén suficientemente consolidados. La Cumbre por la Democracia es –y será- imperfecta y tendrá motivaciones que vayan más allá del purismo defensor de las libertades, pero es un comienzo en la dirección correcta. Es preferible sumarse a la iniciativa del Imperio del Norte que terminar gobernado por los intereses torcidos e impresentables que manejan el poder en países como Venezuela.

Sabemos que la cultura política de nuestros países en América Latina es muy vulnerable a los susurros de revolucionarios, caudillos, iluminados y salvadores que prometen el paraíso mientras hacen negocios, extienden las esferas de influencia de sus nuevos socios y culpan a los gringos y europeos de todas las desgracias pasadas y presentes.También sabemos que el modus operandi de los totalitarismos del siglo XXI es hacerse del gobierno a través de elecciones y después eternizarse violando las mismas normas que los dejaron llegar al poder, con el apoyo de cualquiera que les ofrezca un piso ideológico, económico y sobre todo militar. Así las cosas,cualquier iniciativa que se interponga en el camino de los aspirantes a dictadores y les haga la vida más complicada debería ser bienvenida.

Estimados lectores, esta columna se despide por el resto del año hasta el 9 de enero de 2022. Reciban mis mejores deseos por una feliz Navidad y un próspero año nuevo.




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