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Hace 12 años, Andrea y Ernesto llegaron al país con un sueño: Establecerse y echar raíces en esta tierra. Una venta de madera y una ferretería fue el fruto de sus esfuerzos, pero esa alegría se esfumó el 5 de mayo. En cuestión de horas, una turba de maleantes acabó con el negocio que daba sustento a su familia y a cinco empleados. Como ellos, más de 90 empresas y comercios de toda índole fueron afectados por la ola de ataques violentos a negocios en Carabobo que se extendió por casi una semana.

En la vía a Tocuyito quedó el terreno con apenas un poco de madera. De la ferreteria todo desapareció . Años antes, procedentes de Colombia, Andrea y Ernesto, un venezolano de padres colombianos quiso volver a su tierra, comenzaron a forjar un futuro. Tiempo después llegó el resto de la familia de ambos a trabajar y aportar a Venezuela.

Dos hijas venezolanas crecen en estas tierras. No se sabe por cuánto tiempo. Andrea y Ernesto acarician la idea de regresar a Colombia. El temor a nuevas e inexplicables agresiones, la pérdida de su patrimonio familiar, la inseguridad jurídica y personal los colocaron en la disyuntiva de llevarse a las niñas de regreso a tierras neogranadinas.

Ellos estaban advertidos. «Dígale a su jefe que vamos a venir por todo lo que tienen aquí», informó un sujeto al vigilante de la maderera la mañana antes de concretar el hecho.

La tarde del 5 de mayo será imborrable. A la 1:00 p.m., un grupo de personas rompió el portón, entró a la maderera y a la oficina. Cargaron con computadoras, escritorios, artículos de oficina, y hasta una cocina para sortear los momentos en que el trabajo obligaba a quedarse. También se llevaron la mercancía dispuesta para la venta y hasta el transformador del terreno, que desde entonces esta oscuro. «Aquí no teníamos alimentos, se suponía que la gente atacaba los comercios por hambre, pero ya vimos que no es así».

Lo robado en el negocio de Andrea y Ernesto hace un mes está en los barrios adyacentes. Ellos lo saben.

Sus cinco trabajadores resienten el ataque. No había razón para ensañarse con un negocio pequeño, pero en crecimiento. Hoy están a punto de perder su ingreso mensual, tras largos años de esmero por consolidar un comercio que para ellos era la garantía de estabilidad y sustento familiar.

La historia de Andrea y Ernesto no es única. Solo el 2 de mayo, 48 locales fueron atacados y robados por desconocidos en una ola de agresiones a comercios, dedicados a distintos rubros, en Carabobo. Las zonas más afectadas fueron la avenida Lisandro Alvarado y la vía a Tocuyito, en Valencia; y la 190 en Naguanagua. Zonas de los municipios Los Guayos, Libertador y San Joaquín también fueron testigos de las agresiones.

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Hasta el jueves 4 de mayo, Fedecámaras Carabobo registraba más 70 empresas y comercios afectados con pérdidas totales. Otros 20 sufrieron menos daños- Damiano del Vescobo criticaba la vehemencia de los cuerpos de seguridad para atacar las protestas pacíficas y la inacción frente a quienes violentaban los negocios. A esa fecha, más de cuatro mil puestos de empleo estaban en riesgo, reseñó El Carabobeño.

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Entre las compañías violentadas destacaba una que suministra servicio de comedor industrial a más de 40 empresas de la zona industrial de Valencia. Incluyó en la lista al Centro de Distribución de Polar La Guacamaya, Lácteos La Cabaña y Embutidos Amadio, además de comercios como panaderías, ferreterías, supermercados, abastos, tiendas de ropa, de repuestos y de aparatos de tecnología. Las pérdidas fueron calculadas en más de 25 millones de dólares.

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Hace un mes, Andrea y Ernesto perdieron su negocio. Aún no logran reponerse del inexplicable ataque, las pérdidas las estiman en 200 millones de bolívares. La idea de regresar a Colombia sigue latente. Se debaten entre volver a empezar en el país que hace más de una década les dio cobijo, seguridad jurídica y estabilidad económica, o volver al país de Andrea a tratar de entender cómo se desmoronó una nación próspera, plena de riquezas naturales y materiales, hasta convertirse en el escenario de violencia, hambre e inseguridad en que las políticas revolucionarias han sumido a Venezuela.




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