(Cortesía)

Al cumplir más de dos meses de protestas, los trabajadores de las empresas básicas de Ciudad Guayana se han unificado, como hacía tiempo no ocurría, para exigir el respeto a sus convenciones colectivas y de los tabuladores.

Mientras, el Gobierno ha respondido con la creación de una oficina burocrática que, desde ya, ha generado más protestas y rechazos.

Para Antonio Márquez, decir felicidad es poco al describir lo que sintió cuando, en 2010, ingresó en la nómina de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor): era la plenitud de sentir que su vida, en adelante, sería más fácil porque, ahora sí, podría tener un carro… o comprar una casa… o pensar en las Navidades sin estrecheces. Ocho años después, la única certeza que tiene es el desengaño.

Márquez, como todos los trabajadores de las empresas básicas, gana 500 bolívares por semana, 2.000 por mes. Y por mes, también, 180 bolívares soberanos como bono de alimentación. En resumen, algo que no alcanza ni para un mercado de una semana.

Es lo que ganan desde septiembre, cuando el Gobierno de Nicolás Maduro desconoció los tabuladores y las convenciones colectivas del sector público. Los trabajadores de las empresas básicas de Guayana, antes privilegiados, ahora están dentro del mismo saco.

Por eso, hace ya más de 60 días comenzaron a protestar. La petición fue sencilla: el Gobierno reconocía los tabuladores y las convenciones colectivas o las protestas arreciarían.

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