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(Foto: Kevin Arteaga)

Cada hora pico representa el inicio del sufrimiento de centenares de carabobeños, quienes a diario se enfrentan a los embates del deficiente servicio de transporte público para llegar a sus lugares de trabajo, universidades u hogares. Ya pasaron dos meses desde el triunfo de Rafael Lacava como gobernador de la entidad y, pese a sus promesas electorales, el problema persiste.

Cuando el reloj marca las 5:00 p.m., una larga fila de personas se observa en la parada de Puente Bárbula. En su mayoría son trabajadores o estudiantes de rostros cansados cuyo objetivo, luego de un largo día, es llegar a casa. Hasta tres horas deben esperar para abordar una de las unidades que van hasta San Diego y el Big Low Center, principal terminal de Carabobo.

Con su hijo en brazos

Ana Perozo lleva ya 30 minutos en la parada bajo el puente y tiene a unas 80 personas por delante. Se dirige hacia su casa, en San Diego, luego de haber pasado la mañana entera en el Hospital Universitario Dr. Ángel Larralde, con su hijo a quien lleva en un coche. Se siente agobiada por la espera y el niño comienza a llorar como claro signo de impaciencia. Todos los días a esa hora la fila es infinita.

La situación es doblemente incómoda para Perozo. No solo debe esperar bajo el inclemente sol naguanagüense, típico de la tarde. También tiene que lidiar con la hostilidad de quienes, como ella, desean abordar una unidad colectiva con destino a sus hogares. «Tú no te montas, te montan en la camioneta a empujones. Lo peor es que la gente ni siquiera considera que estoy con un niño».

En cada municipio

Esta situación se repite en las principales paradas de autobuses de los 14 municipios que integran el estado. «No solo yendo hacia San Diego pasas trabajo. Montarse en una camionetica es difícil vayas donde vayas», reiteró. Todavía le quedan al menos dos horas de espera, ya que en cada autobús caben alrededor de 40 personas, incluyendo los que se van de pie y guindados en la puerta.

Para Ana la solución está en manos del gobernador Lacava, ya que gran parte de su campaña electoral se basó en brindar propuestas para resolver esta problemática. «Hay que ponerle más empeño a su trabajo, porque realmente no hemos visto soluciones. Incluso nos encontramos con una sorpresa el lunes después de las elecciones de alcaldes: el pasaje ahora cuesta mil bolívares».

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Una hora y media de espera tiene Jesús Martínez y apenas va por la mitad de la fila. Cuando llegó se extendía hasta la avenida que está justo debajo del puente y desde entonces solo un autobús ha pasado. Señaló que el transporte público en Carabobo nunca ha funcionado de manera efectiva pero, a su juicio, en los últimos meses el déficit ha empeorado. Cada día hay menos unidades disponibles.

Rosimar Tovar es estudiante y lleva el mismo tiempo que Martínez en la fila. Describe la experiencia de usar transporte público como algo catastrófico y denunció que los choferes se aprovechan de la situación para obligar a todos los estudiantes y personas de la tercera edad a pagar el pasaje completo. «Todo depende de los seguido que pasen las camionetas, pero regularmente me tardo entre dos o tres horas en llegar a mi casa».

Son muchos los inconvenientes que a diario se presentan al momento de movilizarse en un autobús. Desde el hecho de que los pasajeros se comienzan a pelear para abordar la unidad, hasta que a mitad de camino se puede quedar accidentada. Aseguró que en algunas ocasiones le ha tocado irse caminando hasta su casa porque pueden llegar a pasar horas sin que llegue una sola camioneta.

Carros particulares comienzan a trabajar y los taxistas utilizan a su favor la escasez de autobuses para aumentar de forma abrupta sus tarifas. Además, cada vez es más común observar en las calles y avenidas camiones de estacas cargando personas en la parte trasera. Esto, aunque parezca una solución a la grave crisis, representa un alto nivel de peligro: Cuatro personas murieron el pasado 6 de diciembre en Guayana, tras el volcamiento de un vehículo de carga que transportaba a 16 pasajeros.

Los TransCarabobo, más conocidos como «los rojitos», son los grandes ausentes. De acuerdo a Gilberto Ceballos, Autoridad Única de Transporte en Carabobo, solo 23 unidades estaban activas al comienzo de la gestión de Rafael Lacava, otros 57 TransCarabobo fueron recuperados y se sumaron a la flota 15 nuevas unidades dotadas por el Gobierno, que al parecer no logran satisfacer la demanda, mientras los camiones de estaca proliferan.

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Las fallas en el transporte público no solo afectan a la entidad carabobeña. Se extendieron a todo el territorio nacional, pese a que en diciembre de 2015 el presidente Nicolás Maduro inauguró una fábrica de autobuses de la marca china Yutong: “La más moderna que jamás se haya instalado en América Latina y el Caribe”.

Haiman El Troudi, coordinador nacional de la Misión Transporte en Venezuela para ese entonces, detalló que a partir de 2016 el país estaría en capacidad plena para producir 14 autobuses al día y tener 3 mil 600 autobuses por año. Dos años han pasado desde que el Ejecutivo hizo esos anuncios y para los venezolanos es cada vez más cuesta arriba trasladarse.




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