Ciertamente Jesús ha sido promotor de una extraordinaria revolución, pero no de esas revoluciones sociales como las que quisiera el “castro-chavismo” tipo la cubana, que han producido una transformación drástica en el ordenamiento jurídico, social y constitucional de un país, que han sembrado terror y muerte, que han empobrecido radicalmente la población, que han provocado cambios drásticos en la conducta externa de la gente pero que no han llegado a su conciencia y que no han modificado su forma de ser.

Revoluciónes en fin que solo han engendrado reacciones negativas en contra del único protagonista, para algunos héroe, para  la mayoría de la gente vulgar ladrón, en ciertas ocasiones quizás idealista, en otras cínico y triste victimario.   Yo se que, a partir de los años sesenta, se ha producido en el mundo latino-americano un acercamiento a mi manera de ver, sacrílego y profano entre la posición marxista y ciertos sectores del cristianismo, creando un movimento conocido con el nombre de “teología de la liberación” y que consideraba la lucha armada como la única alternativa para acabar con las injusticias sociales.

La revolución que ha promovido Jesús, en cambio, es otra cosa completamente distinta porque es la revolución del “Amor”, es la unica revolución que ha realmente producido un cambio sustancial en la naturaleza del hombre, en su forma de ser, es una revolución que se prolonga sin límites en el tiempo, desde hace mas de dos mil años, sin desgastarse y sin generar reacciones internas.

Y que quede muy claro que no es una revolución de oraciones, de golpes de pecho o de velas prendidas. Todo lo contrario! Es una revolución sumamente violenta en la cual pero, en lugar de utilizar fusiles automáticos traídos  de Rusia, predica la paz y la justicia entre los hombres, a nivel de pareja y en las relaciones interpersonales con nuestro prójimo.

Y es importante tomar conciencia de que esa PAZ  y esa JUSTICIA por la cual lucha, son los únicos valores capaces de engendrar el  verdadero amor que, al fin y al cabo, es la esencia de ese concepto innovador de la revolución de Cristo porque nuestra vida y el mundo que nos rodea, adquieren valor en la medida en que sepamos irradiar ese amor. Nada más! Ahora bien, frente a esa realidad irrefutabile, ¿qué tiene que ver un movimento que lo único que hace es desencadenar rencillas, odio, división entre venezolanos de primera y de segunda, considerados apátridas, contrarevolucionarios, escuálidos y una auténtica revolución basada en el Amor entre los hombres? No nos dejemos engañar por esos acercamientos sacrílegos y profanos!

Desde Italia – Paolo Montanari Tigri




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