Celia Cruz
Celia Cruz / Foto archivo

De los 78 años que vivió Celia Cruz, al menos 60 están cronológicamente cotejados en la mayor exhibición de objetos personales de «La guarachera de Cuba», que el Museo Americano de la Diáspora Cubana en Miami bajo el título «Forever Celia».

«Celia siempre está encima del tapete, pero nunca antes habíamos logrado reunir para el público tantas cosas suyas», afirma a Efe el apoderado de la cantante, Omer Pardillo, también curador de la exposición.

«Este año se cumple el 15 aniversario del fallecimiento de Celia y qué mejor ciudad que Miami para conmemorarlo, aunque ella nunca vivió aquí», recuerda Pardillo mientras camina entre maniquíes por unos salones que son la «máquina del tiempo».

Veinte vestidos, 20 pares de zapatos, 18 pelucas, infinidad de papelería, incluyendo el pasaporte que utilizó en 1959 para salir de Cuba, adonde nunca volvió, fotos jamás expuestas, trofeos, premios Grammy, discos y llaves de ciudades son algunos de los tesoros de Pardillo, quien conoció a Celia en Nueva Jersey (EE.UU.) cuando él tenía 14 años.

«Ahora que Celia no está en este mundo puedo mostrar una foto suya en trusa (bañador), que me pidió guardar hasta después de su muerte», dice Pardillo, también cubano.

Pardillo, que acompañó a Celia por más de medio mundo en giras y conciertos, volvió a recorrer infinidad de países en busca de objetos de su amiga que poseían coleccionistas particulares.

Muchos de estos objetos, como el primer pasaporte de la artista para viajar a Venezuela en 1948 con la orquesta de mujeres Anacaona, van a estar a la vista del público durante medio año en el museo de Miami. «Lo había comprado en Cuba un coleccionista sueco por 100 dólares y a mí me costó 4.000 recuperarlo, pero no importa, aquí está», dice con orgullo.

Tras el éxito en 2005 de una exposición de trajes y objetos personales de Celia Cruz en el museo de Historia Americana (Smithsonian), donde hay una colección permanente sobre la artista, Pardillo quiso incorporar también su «despacho» y otros ambientes e los que se movió, como un cuarto de maquillaje «interactivo».

En otro ambiente se recrea el viaje que hizo Celia a Zaire, hoy República Democrática del Congo, en 1974 junto a la banda Fania All Stars como complemento de la pelea de boxeo épica entre Muhammad Alí y George Foreman.

El vídeo de la legendaria interpretación de «Guantanamera» que Celia hizo en ese viaje se muestra en «Celia Forever» junto al vestido colorido que llevó en aquella ocasión.

Otra instalación hiperrealista recrea el viaje a la Base Naval estadounidense de Guantánamo, en 1990, cuando Celia pisó la isla, pero no su patria.

La artista tomó tierra «por debajo de la cerca con el deseo de que estuviera junto a ella cuando muriera, y así se hizo», recuerda Pardillo, un meticuloso coleccionista, que compartía con Celia una manía: ella «lo guardaba todo».

Es por eso que hoy se puede viajar a través de «sus cosas» desde los años 50 hasta su muerte por un tumor cerebral a los 78 años, ocurrida el 16 de julio de 2003 en Nueva Jersey.

La exposición, que abre con una fotografía escolar del curso 1938-1939 en La Habana, cierra con las de los dos funerales de la extrovertida mujer, el que se le hizo, cuerpo presente, en la Torre de la Libertad de Miami y el de la Catedral de St. Patrick’s, en Nueva York. Comienza «el viaje» con un título de canción y termina con otro: «Caramelo a kilo» y «Yo viviré».

Ileana Fuentes, directora del Museo Americano de la Diáspora Cubana, dice a Efe que, a pesar de haber sido ya abierto oficialmente y de haber albergado previamente una exposición artística, «Celia Forever» es para ella «la gran inauguración» de esta institución dedicada no al arte sino a «la memoria histórica».

«Esta es una historia americana, de Estados Unidos, que simplemente no se puede barrer. Nuestros abuelos y padres están enterrados en este país» y la misión del museo es mostrar la vida «de los dos millones y medio de cubanos que estamos dispersos por el mundo», subraya.

2018-10-18




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