Todos conocemos el ejemplo didáctico con el que se explica la llamada “teoría del caos”, postulada por Henri Poincaré. “El aleteo de una mariposa en Hong Kong, puede provocar una tormenta en Nueva York”. La teoría y, obviamente el ejemplo, lo que tratan de postular es que uno, o varios pequeños acontecimientos pueden provocar efectos mucho mayores que ellos mismos y que tales eventos son, por esa misma razón, impredecibles e incuantificables, antes que se produzcan.

Posteriormente, Nassin Taleb, nos ofreció una versión, en clave de politología, a la que denomino “Cisne Negro” y en la que dijo que acontecimientos políticos y sociales inesperados, pueden convertirse en catalizadores o propulsores de cambios en la situación y en el statu quo. Argumentaba además, que la imprevisibilidad de tales acontecimientos no era óbice para que no nos aprovecháramos de ellos.

Hoy en Venezuela, estamos asistiendo a una situación particular. La pandemia del coronavirus nos está mostrando su más espantoso rostro. El sistema de salud, que se ha venido destruyendo por años, está colapsado y la angustia de todos los venezolanos, sin excepción, ha tocado limites desconocidos. En medio de esta tragedia, todos vimos como una pequeña puerta de esperanza se abría con el acuerdo suscrito entre funcionarios de Juan Guaido y Nicolás Maduro, para acceder al mecanismo COVAX con el que todos los países están accediendo a las vacunas. Esa acuerdo fue saludado, como era de esperarse, por tirios y troyanos y, tenemos que decir, que significó un alivio en medio de tantas malas noticias.

Pues bien, Maduro decidió, por su cuenta, romper el acuerdo para que las vacunas ingresaran y no solo eso, sino que de una manera obscena, cínica y cruel, restregándonos en la cara “su inmunología”, nos dijo que ya él se había vacunado. A la par que nos enteramos que “sus diputados” y militares, sin ningún protocolo y criterio lo habían hecho también.

Como era de esperarse, el mercado negro de vacunas, hizo su aparición; los negocios como el “laboratorio de Maiquetía” donde cobran 60 $ por PCR; los espacios VIP en hospitales públicos donde por 300$ te vacunan y por 400$, te hacen el Delivery, se vinieron a sumar a los agravios contra el pueblo, al que como única respuesta se le da que se encierre en su casa a morirse de hambre, para no morirse del virus chino.

Todo esto ocurre después de las “góticas milagrosas”; de la molécula mágica y las promesas tempranas de vacunación.

Esta es una “gaffe” de Maduro, no sabemos si sugerida por el G2 para aumentar la desmoralización entre los venezolanos pero, lo cierto, es que no le ha salido bien. Su propia gente, la tropa, los policías de a pie y sus los funcionarios, están indignados. Es posible que trate de recoger el agua derramada y se nos presente ahora con un plan de vacunas rusas u otra insólita “solución” a las que nos tiene acostumbrado.

Argumentalmente no le será fácil recuperarse. Pero (siempre hay un pero) las dictaduras no necesitan ser simpáticas y no les importa si son mayoría o minoría en la población, al fin y al cabo, mientras ellos cuenten los votos, estos temas no le preocupan.

No obstante, lo que Maduro no puede controlar (aunque si pueda reprimirla) es la indignación que ha producido en la gente y todos sabemos que la indignación es un disparador de la voluntad, incluso más que la rabia y el odio. Pudiéramos, incluso, decir que la indignación es una rabia racionalizada.

Este acontecimiento, podría entonces convertirse en un cisne negro para Venezuela pero, (otro pero) hay que decirlo claramente, para que ello tenga lugar, y para que todo desemboque en el cambio que queremos, es necesario que concurran muchas cosas. Primero: hay que convertir la indignación en voluntad organizada, a lo largo y ancho del país; segundo: el presidente Guaido debe encabezar un vasto movimiento de defensa de la salud de todos los venezolanos y porque se respete el acuerdo para traer las vacunas; tercero: Se debe consensuar una agenda entre TODOS (mayúscula ex profeso) los que estén porque el derecho a nuestra salud y a nuestras vacunas se respete sin pedir más condiciones que compartamos el justo reclamo a Maduro por su conducta y la aspiración de que se nos vacune a todos conforme a un protocolo de prioridades definido por los científicos y los académicos.

Ya sabemos que el objetivo final de los demócratas venezolanos es salir de la pesadilla de este régimen, pero hoy es un error interponer consignas políticas, electorales o particulares, antes de esta lucha humanitaria por la vida. Es más, la única manera de que nuestro pueblo haga el “link” entre su tragedia y la necesidad de salir de este régimen de oprobio es que le acompañemos de manera consecuente, sincera y valiente en esta lucha por la vida. Cada quien se irá dando cuenta quien es consecuente y quién no.

No sabemos si el aleteo de esta mariposa pueda provocar la tormenta democrática que queremos, pero es una oportunidad única para hacerlo. Unión en la lucha; determinación del liderazgo; agenda de iniciativas concretas y sinceridad en el acompañamiento, serán claves para definir el destino de Venezuela en los próximos meses.

Nota Bene: Al terminar de escribir estas líneas, Delcy Rodríguez anuncia que se ha pagado el primer tramo del acuerdo COVAX. Una gran victoria que demuestra dos cosas: a) Que sintieron la repulsa general por su conducta y 2) Que el cuento del bloqueo y las sanciones es como el virus: “chino”




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