Para tratar de mitigar el impacto que la palabra revolución produce en la opinión pública, ultimamente es normal agregarle el  calificativo de “pacífica” de manera que la gente no vea ese aspecto dramático y violento que, en cambio, caracteriza todas las revoluciones. El mundo, desde siempre, ha sido sacudido por revoluciones que han sembrado terror y muerte pero los cambios violentos que se han producido han condicionado la vida del hombre solamente en lo que a su conducta externa se refiere, porque el resto ha quedado fundamentalmente igual.

Es por eso que me atrevo a decir sin temor a equivocarme que la única y verdadera revolución que ha realmente cambiado el mundo ha sido la “revolución de Cristo” que ha permitido que el hombre conociera el Bien y el Mal y tomara conciencia de la gravedad del pecado y del valor del arrepentimiento. Todas las demás revoluciones, incluyendo la francesa, por supuesto la rusa, la china y logicamente la cubana, comparadas con la Revolución de Cristo, han sido irrelevantes. Ciertamente han aportado cambios sustanciales en la vida del hombre, pero non han llegado a su conciencia y no han modificado su forma de ser. Por eso las transformaciones han sido transitorias y relativas solamente al período cumbre del evento, aunque luego hayan engendrado una reacción que ha provocado una nueva revolución en la cual el único protagonista ha sido siempre el mismo hombre de antes, en algunas circunstancias héroe y en otras ladrón, en ciertas ocasiones idealista y en otras cínico, a veces víctima…otras victimario.

La única revolución entonces que ha realmente producido un cambio sustancial en la naturaleza del hombre, en su forma de ser que se prolonga sin límites en el tiempo desde hace más de dos mil años, ha sido la “Revolución de Cristo”. Y que quede muy claro que no ha sido una revolución pacífica, hecha de oraciones, de golpes de pecho y de velas prendidas. Todo lo contrario! Ha sido una revolución sumamente violenta en la cual pero, en lugar de usar fusilles automáticos, a lo mejor traídos de Rusia y de tanques armados traídos de España, predica la Paz  y la Justicia entre los hombres, a nivel de pareja, en las relaciones interpersonales y con nuestro prójimo, únicos valores capaces de engendrar el verdadero AMOR, que es la única esencia  de ese concepto innovador de la “Revolución de Cristo” porque nuestra vida y el mundo que nos rodea adquieren valor  en la medida que sepan irradiar ese AMOR.

Desde Italia –  Paolo Montanari Tigri

 




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