Camina el hombre con el botellón a cuestas. En la oscuridad sólo se escuchan grillos y ranas que llaman a la lluvia en medio de la sequía. Mientras avanza en la noche alumbran sus pasos los luceros del cielo y una luna nueva de incipiente claridad que acompaña la esperanza del silente caminante.

El humilde padre baja al río. En la misma playa del meandro donde sumergió su inocencia el recordado abuelo cuando era niño a principios del pasado siglo. Al inclinarse al cauce recuerda que allí ya no hay agua limpia, otrora corriente clara es ahora torrente corrompido en su paso por la urbe.

Llena el recipiente del líquido viscoso y regresa a la humilde morada donde le esperan sus amores. Llega y encuentra a la mujer y a sus hijos en la penumbra, la vela es un resto de cera derramada. Al entrar percibe el olor a leña quemada, a fogón y tierra, a braza y barro seco de escorrentía sin flujo.

Han pasado tres días sin electricidad y la radio pequeña ya no suena, se agotaron las baterías y las ganas de escuchar.

Sale de nuevo el hombre a la calle, vuelve a su andar sobre las mismas huellas que ha marcado tanto, mientras camina en lo oscuro su conciencia rebelde se revela ante la realidad que lo envuelve e increpa. No será así que será derrotado su espíritu. No lo someterán las tentaciones de la sumisión y el conformismo ni los temores tantas veces enfrentados. Ha decidido pelear por lo que quiere, por su familia, por su derecho a vivir mejor.

El calor de marzo se disipa con una brisa fresca que anuncia la llegada de una inesperada lluvia en el barrio. Suena el fugaz chaparrón sobre las láminas del techo de la sencilla morada. Son tambores que anuncian cambios, es la nueva invitación a alcanzar un sueño de redención, el anhelo de libertad plena, aquella que libera de la opresión de la escasez y las penurias de querer lo que parece prohibido.

Saca fuerzas el joven de adentro, de donde duele el hambre, de lo profundo del estómago y más allá de los confines de las mismas vísceras. Siente el llamado a echar el resto frente a la opresión, es la épica de una lucha por la claridad, un poderoso deseo de iluminar a otros, de ser faro sobre piedra para guiar rumbos, relámpago que encandile voluntades rotas.

El tripón llora en la cama que comparten los tres hijos. La mujer lo carga y consuela con la teta. Levanta la cara y ve a su varón que la contempla. Y es allí que sucede nuevamente el sublime milagro del amor, la sonrisa de la madre ilumina plenamente el pequeño espacio. Ya no importa el dolor vivido, las penas y carencias, ya no se siente sino olor a miel de panal y a panela de papelón. Llena de luces el rancho el rostro de la hembra criolla.

Este es el relato de una sonrisa que iluminó la oscuridad, candil de amor en la penumbra, hoguera que calentó las ganas de prevalecer de una familia venezolana. Su historia está llena de sacrificios y retos, de caídas y golpes para después levantarse y continuar, de elevar la dignidad sobre la adversidad que hoy afecta a toda una nación. Porque la llama sigue encendida en los corazones que alumbran más allá de la tinieblas de las dudas y la angustia, aunque quisieran apagarla las acciones de los viles con sus arremetidas de inclemencia, con su odio y perversión.

No es la oscuridad la que vence al hombre. Es la voluntad la que ilumina las sombras. La familia duerme mientras el hombre piensa, sueña despierto. Afuera comienza a verse un tenue reflejo que viene del naciente, un pequeño resplandor que va creciendo y se llena de color, de lilas y purpuras, de amarillos y verdes, de violetas y celestes.

Brilla, pervive, persiste en toda Venezuela la voluntad de cambio. Emerge fecunda la fe que da la seguridad de que se acerca la trasformación, con la convicción de que esta oscuridad pasará pronto y se llenará este tiempo con torrentes de claridad, nuestros cielos oscuros con un nuevo plenilunio y esta larga noche con un amanecer de ventura y bienestar, de libertad y paz.

Lucio Herrera Gubaira.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.