(Cortesía)

El exvicepresidente Emmerson Mnangagwa, que sustituirá al dimitido Robert Mugabe como presidente provisional de Zimbabue, aseguró hoy a sus seguidores que están siendo testigos del comienzo de una nueva democracia en el país.

En su primer discurso tras ser designado presidente provisional por su partido gobernante, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), Mnangagwa agradeció la disciplina y el pacifismo demostrado estos días por los ciudadanos, a los que prometió crecimiento económico, paz y trabajo.

«Con la cooperación y el apoyo de nuestros amigos en la región, en África y fuera del continente, conseguiremos hacer crecer nuestra economía», afirmó en referencia al nefasto momento económico que vive el país, que perdió hasta su propia moneda tras la hiperinflación de 2008.

Me comprometo a serviros, recalcó Mnangagwa, antes de pedir a todos los zimbabuenses patrióticos que aúnen esfuerzos y trabajen juntos en una nueva etapa para el país en la que nadie será más que nadie.

El exvicepresidente, cuya ceremonia de investidura como jefe de Estado se celebrará este viernes sobre las 10.00 hora local (08.00 GMT), indicó que los mandatarios con los que ha tenido contacto, como el sudafricano Jacob Zuma, han aplaudido la actitud de los ciudadanos de Zimbabue durante este proceso.

Al respecto, Mnangagwa señaló que las intentonas para hacer descarrilar el proceso fueron intensas, pero finalmente no prosperaron, debido a que la voluntad de la gente siempre se impone.

El veterano político, de 75 años, agradeció también al Ejército la forma pacífica en la que gestionó el proceso previo a la caída definitiva de Mugabe y reveló que mantuvo contacto constante con los altos mandos de las Fuerzas Armadas.

En su breve intervención, se refirió a Mugabe como expresidente y reiteró que tuvo informaciones de que existían planes para asesinarlo tan solo dos horas después de recibir la carta de despido como vicepresidente, el 6 de noviembre.

Su cese fue forzado por la facción de la ZANU-PF conocida como G40, que apoyaba los planes de la entonces primera dama, Grace Mugabe, de convertirse en la sucesora de su marido en el poder.

«Me dije a mí mismo que no debía esperar a que me eliminaran, sino que tenía que salir con el pueblo de Zimbabue y de la ZANU-PF a hacer oír nuestras voces», subrayó.

Según Mnangagwa, «la camarilla del G40 secuestró al Ejecutivo a través de nuestro presidente. Las órdenes no venían del Gobierno, sino de gente que estaba fuera de él».

El próximo mandatario llegó hoy a Zimbabue por vía aérea, dos semanas después de ser destituido como vicepresidente y de exiliarse en Sudáfrica.

Mugabe, de 93 años, puso ayer fin a 37 años de mandato mientras el Parlamento debatía el proceso para destituirlo, después de haber perdido el apoyo de la ZANU-PF, que lo cesó como número uno para reemplazarlo con Mnangagwa, y del Ejército, que lo mantenía retenido desde el alzamiento de la noche del 14 al 15 de noviembre.




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