Las enfermedades cardiovasculares constituyen, con cerca de 17 millones 500 mil decesos solo en 2012, la primera causa de mortalidad global. Y según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas patologías se encuentran detrás de casi uno de cada tres fallecimientos que se registran en el mundo. Son responsables del 31% de las muertes que ocurren en el planeta, y parece que su impacto futuro será incluso mayor.

Pero, ¿qué se puede hacer para reducir estas cifras? Pues, adoptar una vida saludable. Pero aún hay más. Parece que tener un perro ayuda, y mucho, a reducir esta mortalidad cardiovascular. Y es que según concluye un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Uppsala (Suecia), las personas que poseen un perro tienen un riesgo notablemente inferior de desarrollar una de estas patologías y, lo que es incluso más importante, de morir por cualquier causa –cardiovascular o no.

Un hallazgo muy importante de este estudio es que tener un perro se mostró como un factor protector en las personas solas, explica Mwenya Mubanga, director de esta investigación publicada en la revista «Scientific Reports». «Un aspecto a tener en cuenta dado que ya se sabe que la población que vive sola tiene un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte. Así, quizás los perros sean un importante miembro de la familia en los hogares unifamiliares».

Perro cazador

En el estudio, los autores analizaron la evolución a lo largo de 12 años –2001-2013– de más de 3,4 millones de adultos suecos que, con edades comprendidas entre los 40 y los 80 años, no padecían ninguna enfermedad cardiovascular en el momento de su inclusión en la investigación. Y para ello, tan solo tuvieron que recurrir a sus historiales médicos –el sistema de salud de Suecia registra digitalmente cada visita al médico o al hospital de cada uno de sus ciudadanos.

Pero aún hay más. La ley sueca establece desde 2001 la obligatoriedad de ‘censar’ a todos los perros y de identificar a sus dueños por lo que los autores contaban con todos los datos necesarios para ver si la tenencia o no de un perro influye sobre el riesgo cardiovascular y de mortalidad de una persona. Y de acuerdo con los resultados, sí, muy especialmente en el caso de las personas que viven solas.

También, los hallazgos mostraron que los dueños de un perro que vivían solos tenían, frente a sus homónimos no propietarios, un riesgo un 11% inferior de enfermedad cardiovascular y hasta un 33% menor de mortalidad general. Otro resultado interesante es que los propietarios más protegidos fueron aquellos cuyos perros eran de una raza originalmente criada para cazar, resaltó Mwenya Mubanga.

Pero, ¿cómo se explica que tener un perro no solo reduzca el riesgo cardiovascular, sino que incluso aumente la probabilidad de disfrutar de una vida más longeva? Pues dado que se trata de un estudio de tipo observacional y, por tanto, no pueden extraerse conclusiones del tipo ‘causa y efecto’, no puede saberse. Pero los autores tienen varias teorías al respecto.

Los estudios epidemiológicos como el referido buscan asociaciones en grandes poblaciones, pero no responden a la pregunta sobre cómo los perros pueden proteger frente a la enfermedad cardiovascular, refiere Tove Fall, co-autora de la investigación. «Sabemos que los propietarios de perros tienen por lo general un mayor nivel de actividad física, lo que podría explicar nuestros resultados. Otras explicaciones aluden a un incremento del bienestar y del contacto social. Y también a posibles efectos del perro sobre el microbioma bacteriano de su dueño».

No solo en Suecia

En definitiva, tener un perro en casa podría ayudarnos a vivir más años y con mejor salud –cuando menos cardiovascular–. Sin embargo, es posible que este beneficio no derive tanto del hecho de tener un perro como de ‘plantearnos’ tener un perro.

También es posible que existan diferencias entre los propietarios y no propietarios de perros que ya se encuentran presentes antes de comprar el animal. Por ejemplo, que las personas que eligen tener un perro tienden a ser más activas y a tener una mejor salud. Además, y gracias al diseño de nuestro trabajo, nuestros resultados son muy probablemente extrapolables a otras poblaciones europeas con una cultura similar en cuanto a la tenencia de perros, concluye Tove Fall.




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