1.- La política es la historia que se está haciendo, o que se está deshaciendo.

2.- La política depende de los políticos más o menos como el tiempo depende de los astrónomos.

3.- El precio de desentenderse de la política es que acabaras siendo gobernado por los peores.

4.- En política, la sensatez consiste en no responder a las preguntas. La habilidad, en no dejar que las hagan.

5.- La primera muestra de una auténtica vocación política lo es, en todo tiempo, el que un hombre renuncie desde el principio a exigir aquello que es inalcanzable para él.

6.- La política no debe tratar de vengar el mal realizado, sino evitar que se reproduzca.

7.- Política fue en un principio el arte de evitar que la gente se preocupe de lo que le atañe. En época posterior vino a ser el arte de comprometer a la gente a decidir sobre lo que no entiende

8.- La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces.

9.- Hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacerse es no despegar los labios.

10.- En política todo necio es peligroso mientras no demuestre con hechos su inocuidad.

Si usted comprende a este decálogo, que hace las veces de epígrafe de estas notas, el cual ha sido extraído del pensamiento de hombres que entendieron la importancia de la política para la convivencia de la Humanidad, entonces podrá entender bien su lógica y lo que la política está en condiciones de proporcionarnos, al evitar las falsas expectativas y, al mismo tiempo, formular sus críticas con tanta radicalidad. Es una obligación cívica que entendamos mejor la política porque sólo así podemos juzgarla con toda la severidad que se merece. Deberíamos ser capaces de apuntar hacia un horizonte más amplio que nos permita ser críticos sin caer cómodamente en lo ilusorio.

A pesar del concepto negativo que tiene hoy la mayoría de los venezolanos de la política, todo el desarrollo del pensamiento occidental, partiendo de los griegos en adelante, nos conduce a la realidad de que la política sea una de las actividades más nobles y elevadas. La historia está llena de hombres de Estado, que en su momento, hicieron el equilibrio fundamental entre la guerra y la paz.

Y todos sabemos, instintivamente o por deducción, que la política es algo decisivo en nuestras vidas, ya penetra cada rendija, se filtra; para unos, la diversión del Diablo, para otros, el arte del entendimiento de la Humanidad.

Idiota (De Idiotés) entre los griegos, era quien sólo se ocupaba de sus asuntos privados. Podía ser muy rico, habilidoso, astuto y preparado, pero no pasaba de ser un idiota consumado, si, dedicándose sólo al negocio (la negación del ocio) no dedicaba, entre sus ocupaciones y motivaciones, un espacio para pensar en lo gregario, en lo colectivo.

Aquello que es esencial al hombre, lo que constituye su primera definición, fue dada por Aristóteles como la de Zoom Politkon, a saber, el animal político. Toda sociedad requiere un gobierno que unifique, que comprenda lo diverso que son los caracteres, las opiniones y los intereses. De no existir quien unifique esa diversidad, la vida social, en lugar a contribuir a la perfección del hombre, la llevaría a su destrucción.

Cuando la política se convierte en un basurero, la culpa es de los dirigentes y de los gobernantes, pero, sobre todo, de una ciudadanía sumisa, domesticada, manipulada y clientelar que, lejos de correrlos a sombrerazos, vuelve a votarlos. Nicolás Maquiavelo, en “El Príncipe” dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra a alguien que se deja engañar.”

Uno de los grandes riesgos que corren los ciudadanos es obviar las verdades ineludibles en estos tiempos difíciles que hacen tan complicado redefinir las cosas con inteligencia, coherencia e imaginación, o bien escudarse en la indiferencia o en la aquiescencia.

Dada nuestra condición humana, la política no nos permite ir en pos de un ideal absoluto, como lo predicaba Platón con sugestiva determinación. La condición humana nos hace seres diversos, cuestionadores, con ideales distintos, obligados a pensar el futuro y analizar el pasado.

La política, por lo tanto, no puede ser una actividad netamente práctica e inmediata, como afirman de manera inflexible y hasta condenatoria, quienes no son capaces de ver más allá de su entorno inmediato.

Tal como dejó apuntado Bernard Crick en su obra En defensa de la política: “La política no es religión, ética, derecho, ciencia, historia, economía… La política es valorable por lo que es… La política es política. La persona que desea que la dejen en paz y no tener que preocuparse de la política acaba siendo el aliado inconsciente de quienes consideran que la política es un espinoso obstáculo para sus sacrosantas intenciones de no dejar nada en paz.»

¿Hay algo peor que la mala política? Sí, su ausencia, la mentalidad antipolítica, con la que se desvanecerían los deseos de quienes no tienen más esperanza que la política porque no son poderosos en otros ámbitos. Es necesario que revisemos nuestras expectativas en relación con la política y examinemos si en ocasiones no estamos esperando de ella lo que no puede proporcionar o exigiéndole cosas contradictorias. Y es que todavía no hemos conseguido equilibrar estas tres cosas que componen la vida democrática: lo que prometen los políticos, lo que demanda la sociedad y lo que el poder político puede proporcionar.

Pensamos que estos 22 años han resultado todo un aprendizaje, al replantearnos la democracia no como una garantía de abundancia, de tranquilidad, sino como una forma de vida; que ella no solucionará todos los problemas, pero de ella surgirán las alternativas para las deliberaciones y decisiones apropiadas y cónsonas con el bienestar del país.

Este es el momento de emprender el recorrido hacia la madurez política de la sociedad, considerando ésta como el conocimiento del ciudadano sobre las condiciones en que tiene lugar la política y la relación con sus expectativas; poniendo más énfasis en las cosas que unen en vez de las que separan.

Manuel Barreto Hernaiz




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.