En el malecón, sentado frente a la inmensidad del mar, el joven Eladio miraba el paisaje. Pese a la belleza, no lograba disfrutarlo. Estaba en Cuba, lejos de su querida Venezuela, de donde tuvo que salir exiliado tras 25 días de cárcel por haber publicado una noticia sobre una plaga de langostas, que los censores del dictador Juan Vicente Gómez malinterpretaron.

Era 1934, no 2023. Pero la historia de censura y represión estaba del mismo modo latente. «En los días en que el presidente del Estado, general Santos Matute Gómez, acababa de adquirir por una cantidad irrisoria el fundo Guaparo, que se extendía desde La Ceiba hasta Naguanagua, los censores le hicieron ver al quisquilloso mandatario que esta publicación era una indirecta alusión a la operación que acababa de efectuarse»,  se lee en una biografía escrita en el año 1978 por Don Alfonso Marín, segundo cronista de Valencia, como parte del libro Valores Contemporáneos de Carabobo. «Después de 25 días de cárcel, vino el destierro».

La denuncia la hizo un campesino de Tarapío, quien acudió al periódico con una cesta de langostas para advertir que este tipo de animales, que años atrás causó destrozos en la agricultura, había vuelto a Carabobo.

No era la primera vez. «Un día, por publicar un fragmento de ´El Erial´, una obra de Constancio Vigil, las autoridades de la época suspendieron temporalmente el periódico y recogieron, además, la edición del libro de Vigil», prosigue en su relato Don Alfonso Marín. Esto también ocurrió en 1934.

El cronista narra el surgimiento del que seria El Diario del Centro. «Nació el 1 de septiembre de 1933, tenía apenas cuatro páginas de cuarto, un tiraje limitado, y lo censuraban diariamente. El nuevo periódico de Valencia era visto con reservas, y no poca antipatía, por los paniaguados del régimen».

Pero en 1935 algo ocurrió. La muerte del dictador Juan Vicente Gómez abrió las puertas al retorno a Venezuela de Don Eladio Alemán Sucre.

Lo hizo en 1936. «Alemán Sucre regresó a Venezuela en condiciones económicas más deplorables, tenía un flux, el que traía puesto. En Valencia le esperaba nuevamente la tarea de seguir echando adelante El Carabobeño, que en manos de Jesús María Linares había logrado mantenerse, contra viento y marea, a pesar de los continuos embates de la dictadura».

Pero en 1952, durante otra dictadura, esta vez la de Marcos Pérez Jiménez, el régimen ordenó una sanción contra el periódico, cuando el jefe de información, Rafael Zapata, hizo críticas al mensaje de la memoria y cuenta del presidente del estado, como era conocido entonces el gobernador, Salvador Llobet.

Resiliencia a toda prueba

Don Alfonso Marín dedicó un capítulo a este mirandino que puso en alto el gentilicio carabobeño con el periódico que fundó.

Haber trabajado en una imprenta en Caracas durante su juventud y luego en otra en Valencia, años después, marcó el interés de Eladio Alemán Sucre por fundar el diario El Carabobeño hace ya 90 años.

Se hizo realidad el sueño que siempre tuvo, desarrollar el periodismo como un servicio a la colectividad, y Valencia logró tener el mejor medio informativo del centro del país que perdura en el tiempo.

De acuerdo con su narrativa, Eladio Alemán Sucre nació el 28 de febrero de 1906 en Ocumare del Tuy, población que para ese entonces era la capital del estado Miranda. Su padre fue Urbano Eladio Alemán y su madre Soledad Sucre. Sus hermanas Rosario, María y Carmen.

Su familia era de escasos recursos económicos, lo que lo obligó a trabajar desde bastante joven. Ingresó a la nómina de la imprenta del Estado como utiliti, y allí aprendió el oficio de tipógrafo. Una vez que murieron sus padres, cuando apenas tenía 15 años, quedó bajo el cobijo de su abuela Carmen Núñez de Sucre, quien se encargó de completar su formación juvenil.

Nuestro personaje, según la narración del cronista, soñó desde niño con tener una bicicleta. Cuando pudo ahorrar y comprársela decidió buscar nuevos horizontes y en ella se vino para Valencia.

Tres días duró la travesía, por lo que tuvo que hacer algunas paradas para descansar en Las Tejerías y en Maracay, estado Aragua. Una vez en Valencia se alojó en la casa de su tío Benigno Sucre Núñez, tipógrafo que trabajaba en una imprenta de Moisés Rivolta y donde, posteriormente, también le dieron la oportunidad de laborar.

Gracias a que había adquirido conocimientos de contabilidad, en Valencia  pudo tener empleo en varios establecimientos comerciales, lo cual le permitió ahorrar dinero para comprar una imprenta con la que, a la postre, fundó el periódico El Carabobeño.

Alemán Sucre fue también primer presidente de la Asociación de Periodistas de Carabobo; secretario privado del escritor José Rafael Pocaterra cuando ocupó la Presidencia del estado Carabobo en 1941.

La periodista María Clemencia Camarán, en su discurso por el Día del Periodista en la desaparecida Asamblea Legislativa del Estado Carabobo, en el año 1967, recordó la historia. “El Carabobeño nació pobre, en un zaguán, su cuna fue una burda prensa de pedal y su bautismo humilde, celebrado con vino La Sagrada Familia”, según reseñó Francisco J Avila en su oportunidad.

El Carabobeño siguió adelante, con su historia llena de esfuerzo, aciertos y mucha pasión que le valieron el Premio Nacional de Periodismo en 1958, 1976 y 1983, años de democracia en Venezuela.

Un visionario, un legado
Carta elaborada por Subdelia Páez de Sevilla, en ocasión de celebrarse el 71 aniversario de El Carabobeño

El editor y fundador del Diario del Centro murió en 1984. Su obra la continuó su hijo Eduardo Alemán Pérez, quien obtuvo su título de licenciado en periodismo en la Universidad Católica Andrés Bello, en el año 1967.

El director Eduardo Alemán Pérez. (Foto archivo).

En Estados Unidos cursó estudios de edición y administración de periódicos en la Universidad de Georgetown en Washington y en la de Kansas. Trabajó en los talleres del diario Buffalo Evening News de Nueva York hasta el año 1969.

En 1970 regresó a Venezuela y fue nombrado subdirector gerente de El Carabobeño. Asumió la dirección del diario el 28 de junio de 1985, tras la muerte de su padre, acaecida en 1984. Lo acompañaron en la junta directiva sus hermanas Marisol Alemán de López y Mariluz Alemán, como vicepresidentas.

Alemán Pérez fue presidente del Bloque de Prensa Venezolano, institución que reunía a los grandes medios de comunicación del país. Desde 1994 fue directivo de la Sociedad Interamericana de Prensa, dedicada a defender la libertad de prensa en las Américas.

En una entrevista que concedió a Alfredo Fermín confesó que siempre había admirado a su padre por su honestidad y su vocación de servicio. También porque le inculcó que El Carabobeño no podía ser considerado una herencia para sus hijos, sino una institución de Valencia, pues la comunidad contribuyó a forjarlo y permanecía vigilante de su actuación.

Alemán Pérez vivió la última sanción en contra del diario, aunque no oficial, cuando el actual gobierno decidió vender el papel periódico a través del Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM), pero siempre había una excusa para negarlo a El Carabobeño.
Inicialmente se redujo el número de cuerpos, eliminaron las ediciones especiales, luego los suplementos, hasta que finalmente El Carabobeño tuvo que cambiar de formato y pasó a ser un periódico tabloide.
El diario no duró mucho circulando en ese formato, pues al terminarse el papel, simplemente no se pudo comprar más, porque desde el CEAM lo negaban. El 17 de marzo de 2016, después de 82 años de historia, salió el último ejemplar de la rotativa a la calle, con un gran titular que decía Zarpazo a la Libertad de Expresión.
Su prédica constante era que los periódicos son para servir, no para ser servidos. Este recordado periodista que murió en noviembre de 2021, en Estados Unidos, fue gran defensor de la libertad de expresión y así lo hizo saber al mundo.

Cuatro sedes

El Carabobeño comenzó a imprimirse en la Casa Ayacucho, No. 228, frente a la Catedral de Valencia. Así está publicado en las primeras páginas de los periódicos que circularon a partir del 1 de septiembre de 1933. Posteriormente mudó su sede a media cuadra, específicamente al edificio Ayacucho, en  la avenida Urdaneta, donde actualmente funciona el centro comercial Ayacucho.

En 1976, en un edificio de la avenida Soublette de Valencia, se siguió escribiendo la historia. Allí funcionó por casi 21 años. Fue en esta sede donde operó el cambio más importante de esos últimos años: Se sustituyó la legendaria producción en plomo, denominado sistema caliente, por el nuevo sistema frío, que utilizaba microcomputadoras de tercera generación, alimentadas por cintas perforadas. Además, entró en funcionamiento una nueva rotativa, la Goss Universal, capaz de imprimir 64 páginas y 30 mil ejemplares por hora. Ella sustituyó a la antigua prensa, que sólo podía imprimir diarios de 20 páginas.

La última mudanza fue en 1997 para la avenida Universidad de Naguanagua, urbanización La Granja. La inauguración resultó todo un acontecimiento en la región central del país, pues estuvo a cargo del presidente de Venezuela para ese entonces, Rafael Caldera, quien calificó la institución como ejemplo para el periodismo latinoamericano.

Allí estrenó la rotativa Goss Headliner, una máquina que no estaba diseñada para imprimir periódicos tabloide. No obstante el personal a cargo lo logró, luego de  jornadas extensas y de mucho cálculo. Allí se imprimieron las últimas ediciones de El Carabobeño que ya había cambiado su tamaño a ese formato más pequeño.

Adaptado a la modernidad y a las nuevas herramientas tecnológicas, El Carabobeño sigue presente e informando a la colectividad a través de su portal web, creado hace 23 años, y por sus redes sociales.

Los recordamos

La gran familia de El Carabobeño siempre estuvo conformada por más de 300 personas en nómina. Todas dedicadas a tiempo completo a cumplir con las labores encomendadas. Unos destacaron más que otros, por lo que son recordados por sus compañeros en estos 90 años de historia.

Una difícil tarea resultó escoger a esos trabajadores que ya no están con nosotros porque se fueron al cielo, pero que sin duda dejaron una huella imborrable en el quehacer cotidiano del diario.

Jesús Moreno. (Foto archivo).

JESÚS MORENO

Jesús Moreno ingresó al periódico en 1961 y trabajó allí durante 44 años. Inicialmente se desempeñó como corrector de pruebas, luego fue designado montador y finalmente diagramador. Esa última responsabilidad la compartió con la elaboración de una página semanal dedicada al beisbol menor, y otra en la que resaltaba la música llanera, que le dio como nombre “Lo Nuestro Primero”.

Había sido jubilado en el 2005 y murió en su hogar, en La Isabelica, víctima de un infarto.

LUIS POLEO

Luis Enrique Poleo, jefe de Producción diurna, trabajó en el diario por 28 años. Sus compañeros de área lo recuerdan como un hombre exigente pero humanitario. Siempre quería que todo saliera a la perfección. Fue jubilado en el 2005 y despedido por el director con un almuerzo. Murió en su casa en Guacara, por causas naturales.

Giuseppe Rojas. (Foto archivo).

GIUSEPPE ROJAS

Giuseppe Rojas pasó a formar parte de la nómina del periódico con tan solo 21 años. Fue contratado como utiliti por lo que hacía todo lo que se le encomendara. Con el paso del tiempo aprendió la mecánica se dedicó a eso. Paralelamente, se desempeñaba como conductor, especialmente del director.

En 36 años que estuvo en el diario, supo ganarse el aprecio de sus compañeros de trabajo porque era muy colaborador con quien lo necesitara. Fue asesinado en su apartamento de Tazajal el año 2018.

Wulman Coronel. (Foto archivo)

WULMAN CORONEL

Wulman Coronel fue por varios años el jefe de taller, por lo que se encargaba de coordinar todo lo que tuviera que ver con la rotativa. Con 27 años en la empresa, conocía tanto este tipo de máquinas, que hasta fabricaba algunas piezas que se dañaban, para que no se parara la producción.

Lo caracterizaba su cordialidad con todo el mundo. Siempre tenía un comentario jocoso a flor de piel, por lo que era muy apreciado entre sus compañeros de trabajo. Falleció en el 2009 en un accidente de tránsito junto a su esposa.

LOS PERIODISTAS

Ildemaro Alguíndigue. (Foto archivo).

ILDEMARO ALGUÍNDIGUE

Ildemaro Alguíndigue, abogado y periodista nació en el estado Anzoátegui. Trabajó en El Nacional por 40 años, y estuvo ligado por 20 años a El Carabobeño. Por ocho años se dedicó a elaborar sus “Foros Dominicales”, donde le dedicaba una página completa del diario a desarrollar la entrevista de un personaje de distintas áreas.

Su apariencia era de un hombre gruñón, pero realmente era cordial y le gustaba aconsejar a los jóvenes que se iniciaban en la profesión. Su redacción era impecable y nutría a los lectores. En El Carabobeño recibió entre otros reconocimientos, el Premio de Periodismo “Eladio Alemán Sucre”, que era el principal que otorgaba la empresa.

Falleció en Valencia en marzo de 1994 como consecuencia de un accidente cerebro vascular. Tenía 60 años.

Omar G Pérez. (Foto archivo).

OMAR G PÉREZ

Omar Gonzalo Pérez, nacido en los andes venezolanos, trabajó en el diario por 38 años. Fue jefe de la corresponsalía de El Carabobeño en Caracas. Sus compañeros lo recuerdan como un hombre muy trabajador y humanitario. Cubría la fuente de Miraflores y además escribía sobre farándula.

Se ganó el aprecio de sus compañeros, porque nunca fue un jefe malhumorado, sino que por el contrario era cordial, colaboraba con todos y siempre fue respetuoso. Falleció en la capital en el año 2000 producto de un infarto.

Marbella Jiménez. (Foto archivo).

MARBELLA JIMÉNEZ

Marbella Jiménez, nacida en Valencia, era una jovencita cuando comenzó a trabajar en el Diario del Centro. Desempeñó funciones en varios departamentos, pero duró más tiempo en la Dirección de Relaciones Públicas y en redacción. Coordinaba el cuerpo de informaciones locales.

Se retiró del diario en la época de los 70 para cumplir funciones en organismos del Estado, pero volvió en 1986 y trabajó hasta el 2004. Era una persona agradable de muy buen trato, que siempre estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitara. Falleció producto de una infección bacteriana.

Juvenal Marcano. ((Foto archivo).

JUVENAL MARCANO

Juvenal Marcano, educador y periodista,  comenzó en la Corresponsalía de Guacara. Después fue trasladado a Valencia para cubrir la fuente universitaria. Posteriormente fue designado jefe de corresponsalías, y años más tarde, coordinador de ediciones especiales.

Era de trato cordial y muy solidario. Cualidades que le hizo ganar el cariño de muchos trabajadores. Siempre hablaba del  amor que sentía por su familia y lo demostraba con hechos. Falleció en el 2013 con 91 años, como consecuencia de un accidente cerebro vascular.

Alfredo Fermín. (Foto archivo).

ALFREDO FERMÍN

Alfredo Fermín será recordado por siempre como el mejor periodista que tuvo El Carabobeño. Además de buen profesional, fue por excelencia una buena persona que logró cosechar el aprecio de muchas personas en Valencia.

Nació en Porlamar, estado Nueva Esparta, pero vivió en Valencia desde 1971 cuando ingresó a El Carabobeño. Supo querer a la ciudad como pocos, por lo que se dedicó a defender sus intereses en su columna dominical “Hoy y Después en Valencia”, que era la más leída del diario.

Este gran devoto de la virgen del Socorro, dominaba la fuente política, la cultural y la eclesiástica con mucha habilidad, pero también se destacaba en sus escritos sobre eventos sociales y sobre la tauromaquia.

Alfredo era gremialista 100 por ciento y en la redacción del Diario del Centro siempre tenía un pretexto para reunir a los periodistas y contar anécdotas, mientras se compartía alguna degustación que él brindaba. Los hijos de los periodistas eran suyos también y así lo demostraba con el afecto que les daba. Por eso todos sentían por él una admiración y un cariño especial.

Murió en junio de 2020.

Gonzalo Enrique «Chichi» Hurtado. (Foto Archivo)

CHICHI HURTADO

Gonzalo Enrique Hurtado, el popular Chichí, nació en Valencia. Siempre tuvo interés por el deporte, por eso ejerció su carrera en esa área. Después de trabajar en el diario El Universal por varios años, regresó a su tierra para desempeñarse como jefe de Deportes de El Carabobeño. En la década de los 50 trabajó dos años en este diario.

Chichí era un caballero, respetuoso y de buenos modales. Su rol de jefe lo cumplía de manera amistosa, por lo que sus compañeros lo consideraban como un padre y un buen amigo. Siempre cariñoso instruía a su personal para que desempeñara sus funciones de la mejor forma.

Por 20 años consecutivos fue galardonado como mejor periodista del año en tenis, y por 10 en natación. De El Carabobeño se retiró para descansar en el año 2007, dejando muchos amigos que lo querían. Murió en septiembre de 2020 por afecciones respiratorias.

Raúl Albert. (Foto archivo).

RAUL ALBERT

Raúl Albert, nacido en Valencia, fue una gloria del periodismo deportivo en Carabobo y un gran ejemplo para las nuevas generaciones de comunicadores sociales que pasaron por El Carabobeño.

Su nombre quedó inmortalizado en dos canchas deportivas que se construyeron en su honor, en Valencia y Naguanagua.

Raúl Albert era una persona sencilla y amable. También era colaborador, humanitario y muy conversador. Siempre con una sonrisa, saludaba a todo el que se cruzaba a su paso y si se enteraba que alguien la estaba pasando mal económicamente, lo ayudaba sin ningún interés.

Su pasión por el deporte la ponía de manifiesto en sus escritos sobre ciclismo, hipismo y tauromaquia. Perdió la cuenta de las veces que cubrió la Vuelta al Táchira y la Vuelta a Venezuela. Ingresó a El Carabobeño en 1953 y formó parte de su nómina en forma intermitente, hasta que salió jubilado en el 2013.

Murió el 13 de noviembre de 2018 como consecuencia de un infarto, mientras estaba en su casa.

Pablo J. Hernández. / Foto cortesía

PABLO J HERNÁNDEZ

En Calabozo, estado Guárico, nació Pablo José Hernández, quien fue jefe de información de El Carabobeño por 14 años.

Siendo adolescente, su familia se radicó en Valencia, por lo que estudió aquí el bachillerato y comenzó a estudiar derecho. Esta carrera no la culminó porque se dedicó al periodismo.

Ingresó a la nómina del periódico en 1972 y permaneció en ella en forma intermitente, hasta 1981 cuando asumió el cargo de jefe de información. En 1995 se mudó al estado Mérida y regresó a Valencia en 2017, donde pudo compartir con sus hijos y amigos.

Falleció a los 77 años en el 2021, producto de un infarto mientras estaba en su casa en Naguanagua.

Basyl Macías. (Foto archivo).

BASYL MACIAS

Nacida en Cabimas, estado Zulia, Basilisa Elena Macías Vílchez, conocida como Basyl Macías, trabajó en El Carabobeño durante 27 años. Gran parte de su labor la desempeñó en la Mesa de Redacción, donde recibía al público que iba a poner denuncias o publicitar actividades y a todo el mundo trataba con cariño.

Tenía una bella voz por lo que siempre se le pedía que cantara en las distintas actividades recreativas a las que asistía. En el diario supo ganarse el aprecio de sus compañeros de trabajo por su personalidad afable.

Murió en el 2021 a los 60 años, producto de deficiencias renales que le había causado el lupus eritematoso sistémico que se le había diagnosticado 12 años antes.

La muerte le sobrevino en la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera, de Valencia, donde esperaba recuperar su salud.

Francisco «Pancho» Pérez. (Foto archivo).

PANCHO PÉREZ

En Bejuma, estado Carabobo, nació Francisco Miguel Pérez, periodista de la fuente económica que obtuvo renombre nacional por sus escritos y efectos de ellos.

Pancho Pérez, como era conocido, era acucioso, sencillo y muy cordial, personalidad que le hizo merecedor de muchas amistades.

Será recordado siempre por su página “De Lunes a Lunes” que incluía la sección En Secreto, cuyo formato fue imitado por otros, sin alcanzar el éxito que él obtuvo. Ingresó a El Carabobeño en 1970 para cubrir la fuente de sucesos. Luego pasó a la Corresponsalía de Puerto Cabello y después volvió a Valencia donde le asignaron la fuente de economía.

Además del periodismo, también mostró su interés por el deporte, al punto que coordinó por muchos años el equipo de beisbol de los periodistas.

Murió en el 2021 a los 78 años, como consecuencia de dos accidentes cardiovasculares. Estaba recluido en la CHET.

Alecia Franco. (Foto archivo).

ALECIA FRANCO

En Valencia nació Alecia Franco de Ortega, conocida periodista que formó parte de la I Promoción de Licenciados en Comunicación Social, mención Relaciones Públicas de la Universidad Católica Andrés Bello.

Fue relacionista pública por excelencia y en Carabobo era querida por todo el que la conocía.

En El Carabobeño trabajó durante 18 años, de 1977 a1995) como directora de Relaciones Públicas y Mercadeo, donde además dirigió en sus inicios la revista Paréntesis.

Junto a Alfredo Fermín fue coordinadora de la página Gente y Eventos, que se publicaba los 31 de diciembre de cada año.

Por iniciativa suya en el diario se instituyó la celebración del cumpleaños de todos los trabajadores, independientemente de la función que cumpliera. Tanto jefes como empleados se reunían un día especial para realizar el festejo y compartir.

Bajo su dirección en El Carabobeño se realizaron las mejores fiestas de aniversarios del diario. Las festividades eran por todo lo alto y sin escatimar gastos.  Los expresidentes Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi y Luis Herrera Campis, asistieron a algunos de esos eventos.

Alecia falleció en el 2021, a los 71 años, como consecuencia de afecciones por COVID-19.

Así han pasado nueve décadas. Entre el trabajo, el compromiso y la entrega de un gran equipo inspirado por el ímpetu y la lucha de Don Eladio Alemán, un visionario que inspiró ese gran legado que heredó e impulsó su hijo, Eduardo Alemán Pérez, y que hace posible que hoy el medio de comunicación siga adelante, pese a las dictaduras, a los ataques y a los intentos por cercenar la libertad de expresión.




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