Cuan vasta ha sido la despolitización de la Universidad Venezolana. Se ha hecho tan natural su desvinculación de la realidad política nacional, que mucha gente piensa que lo natural y normal es que la Universidad permanezca al margen y de espaldas al sufrimiento y padecer nacional, mientras “atiende su solemne y sagrado compromiso con la academia, la ciencia y la tecnología”.

Hay gente que se ha educado y formado en estas empobrecidas premisas, y le parece algo profano y negativo la presencia de las ideas políticas en la Universidad. Es insólito que se haya naturalizado esta creencia precisamente en la sede por excelencia del ideario político, cultural y científico de una nación, como la nuestra, de larga tradición de lucha, desde la guerra de Independencia.

Es pertinente precisar que, donde hubo grandes ideas, estas fueron suplidas por pequeñas visiones pragmáticas y utilitarias, que convirtieron la Universidad en una parcela más, del botín de poder a repartirse partidos, grupos y personas, de gran voracidad, distorsionando el sentido de la política y la Universidad,simultáneamente. Así la universidad se convirtió en una sede de buenas condiciones laborales, apetecible por su seguridad social y un gran centro de expedición de buenos títulos académicos, lo cual es muy importante para egresados y el sector empresarial, pero que empobrece el peso de liderazgo político y social de la Universidad en el país.

Este 21 de Noviembre se conmemora la histórica jornada, librada en 1957 por las universidades venezolanas, para enfrentar la sanguinaria dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien amenazaba con un referéndum para legitimarse en el poder indefinidamente. Mientras en la UCV se manifestaba y se llamaba a la huelga, en la UCAB se quemaban fotografías del dictador. El resplandor se sintió en el resto del país.

La represión comenzó con el allanamiento de la UCV, y muchos universitarios fueron detenidos. Esto conmovió y despertó el alma nacional. El 23 de Enero el dictador huyó, y los aires de libertad y democracia, salidos de las aulas universitarias, inundaron el país para el nacimiento de la democracia venezolana.

La fecha es oportuna para plantear la relación Universidad-Política, temática tornada casi tabú, casi vergonzosa, en el mundo universitario; principalmente porque nadie quiere que lo asocien a una idea de remarcamiento de lo político y luzca como poco académico; es más, la palabra “academia” terminó opacando el sustantivo “Universidad” que, en términos conceptuales, es de mayor envergadura e incluye lo académico, también lo político, lo cultural, lo científico tecnológico, lo ético.

Siempre preferiré ser un universitario integral, que solo un académico, reclamando un relumbrón científico- técnico, que solo alude al conocimiento… y, la Universidad, es mucho más que eso. La Universidad es el asiento del ideario democrático, libertario y plural, el caudal filosófico cultural, ético y espiritual del país, así como el lugar donde se forman los líderes de la Nación, que conocen de su pensamiento político y filosófico, su historia, salud, infraestructura y arquitectura, economía, cultura y ciencia. Ella irradia la cultura antropológica y la de las bellas artes.

Quienes si están claros que la Universidad es el centro político, y reservorio moral y cultural por excelencia, son sus enemigos: los gobiernos autoritarios o no, de pensamiento único, que buscan asfixiarla presupuestariamente, reducir su papel de liderazgo social y político,domesticar su dirigencia gremial, mediatizar su lucha a lo reivindicativo- salarial; en fin, sacarla de la escena histórica y protagónica, que ha jugado desde la lucha de Independencia; hacer que se olvide su papel contra las dictaduras y su rol principal en las gestas por la democracia y el desarrollo humano y social.

Al revés de mucha gente, soy de los que piensan que la Universidad no se hundió porque se hundió el país, sino que el país se hundió porque se hundió la Universidad, el lugar donde se formó durante décadas el liderazgo político nacional.

Lo que afirmamos está respaldado por la evidencia histórica, desde la Batalla de la Victoria en 1.814, el papel protagónico de las generaciones del 28, y 58, artífices de nuestro exitoso modelo democrático por varias décadas. Con connotaciones distintas, también las más recientes ligadas a la situación política actual.

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