Buhonores venden productos en los alrededores del hospital. (Foto Clemente Espinoza)

Dayrí Blanco

Las fachadas no pueden ocultar la realidad. No se curan enfermedades solo con camas nuevas y el acondicionamiento de espacios físicos. La atención en la emergencia de la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera (CHET) no ha mejorado. Ahí, la salud de los pacientes depende del dinero que sus familiares tengan en los bolsillos para poder pagar insumos y exámenes. Ellos así lo confirman.

La precariedad late aún más fuerte que los corazones de quienes acuden a esa sala de urgencias para le controlen una hipertensión arterial. No hay pastillas para esa patología de las que se acostumbra colocar debajo de la lengua para estabilizar al enfermo. Tampoco hay solución, analgésicos de alta potencia, implementos para colocar una vía ni cinta adhesiva, denunció Carlos Enrique Olaizola, paciente del lugar desde hace siete años por sufrir una enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

Para él, la rehabilitación hecha por la Gobernación en las áreas de emergencia y cirugía no son suficientes. Eso no solventa el problema de fondo que ocasiona que los enfermos se mueran por falta de insumos tan básicos como una sutura. “A las autoridades solo les importa la fachada, poner el hospital lindo con una pintura y cuatro peroles”, aseguró Olaizola, al exigir además una mejor atención médica.

Mendigos de oxígeno

A diario, Olaizola requiere de la recarga de su bombona de oxígeno para poder seguir respirando. Cada mañana llega para “mendigar” ese servicio gratuito. Pero por órdenes superiores, según indicó, hay días en los que se lo niegan. Debe ir entonces a una empresa privada que le cobra 200 bolívares por llenarle el cilindro que en 24 horas queda nuevamente vacío.

Son seis pacientes los que todos los días solicitan la recarga. De no conectarse al oxígeno, sus vidas corren peligro. Eso dicen sus informes médicos, esos mismos que por años han leído los directivos del hospital. Aún así hay ocasiones en los que les dan la espalda sin tomar en cuenta que son personas de bajos recursos económicos.

Constantemente le solicitan actualizar sus exámenes de laboratorio. Debe hacérselos en un sitio privado. Gasto que se suma al de los gases arteriales que se hace cada vez que se descompensa. Se trata de un estudio que, en teoría, hacen en la CHET sin costo, pero la máquina que procesa la muestra por lo general está dañada. Así que deben llamar a un servicio privado que va al hospital y le cobra 400 bolívares. Si el examen se hace en horas de la noche el precio se duplica.

A este paciente le ha tocado estar días enteros en el rcinto. Si temprano le dicen que no le recargarán la bombona se queda a esperar el cambio de turno, confiando en la misericordia del que estará encargado del servicio. Así lo dejó claro mientras vio pasar a un trabajador del restaurante, a quien le advirtió su presencia: “Epa, ¿qué pasó Carlos?, cualquier cosa para el mediodía es buena”.

Buhoneros abastecidos

Lucrecia Ochoa tiene a su papá hospitalizado desde hace dos semanas por una afección cardiaca. Ella ha tenido que comprar hasta tubos de ensayos para poder procesar los laboratorios.

Algo similar ha tenido que vivir Olga Machado, a quien le han pedido hasta gasas y adhesivo para sanar la herida de su sobrino.

En la CHET la falta de insumos es el principal problema. Pero los buhoneros que se instalan en la zona tienen la solución. Ellos sí están abastecidos. Tienen soluciones, jeringas, pastillas y medicinas que no venden en farmacias sin indicaciones médicas, y todo lo que le han pedido a Lucrecia y a Olga.

Las damas han tenido que acudir a esta venta informal. No han tenido otra opción. En las farmacias tampoco consiguen lo requerido. Se enteraron que estos comerciantes tienen inventario médico gracias a la experiencia de otros familiares, porque es mercancía que tienen escondida en cajas. No la exhiben para evitar algún tipo de sanción legal.

Lo que sí está a la vista de quienes pasan frente a la CHET son productos que se han mantenido escasos en establecimientos formales como pañales, jabón, crema dental, desodorante, afeitadoras y toallas sanitarias. Todo esto es vendido a sobreprecio.

Desidia a la vista

Bolsas de basura muy cerca de la entrada de la emergencia y otros puntos de la CHET marcan la tendencia de su panorama. Pacientes y acompañantes conviven con esa realidad que no se ajusta a las condiciones de salubridad que deben mantenerse en un centro asistencial.

En camas confortables para indigentes se han convertido lo que deben ser áreas verdes. Durante el día se pueden contar tres o cuatros que duermen o deambulan en el sitio. En la noche la situación se agudiza. Según relata Olaizola son más de 20 hombres los que se refugian en la zona cuando cae el sol.




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