Vibrar en un kayak sobre el Lago de Maracaibo es hacerse uno con la naturaleza. / Foto Eduardo Monzón
Eduardo Monzón
En el estado Zulia el sol le declara a diario su amor frenético a su eterna ciudad enamorada: Maracaibo, tierra habitada por gente alegre, espontánea y enérgica, como los rayos solares. Su particular forma de hablar los hace pintorescos y muy auténticos.
El Lago de Maracaibo es el epicentro del sentir zuliano, sus más de trece mil kilómetros cuadrados se imponen en la geografía y le dan a la ciudad su indiscutible esencia costera. El lago, que se cuenta entre los más grandes del mundo, le otorga una personalidad inigualable al paisaje marabino.
El gran ícono de Maracaibo, y de Venezuela, es el puente General Rafael Urdaneta, sus más de ocho kilómetros de longitud son transitados desde agosto de 1962, fecha desde que se instaló en lo profundo del corazón de su pueblo, hasta el punto de hacer sentir “una emoción tan grande que nubla la mente” a todo el que arriba a Maracaibo sobre el gran guardián de las aguas zulianas.
Contemplar al lago es tarea obligada al estar en Maracaibo, es imposible ignorar su presencia impetuosa. Uno de los mejores lugares para observarlo es el Parque Vereda del Lago, que cuenta con amplias caminerías y diversas áreas verdes, a las que asisten diariamente cientos de personas a ejercitarse y distraerse frente a los azules marabinos. El parque se encuentra abierto al público todos los días desde las 5:00 a.m. hasta las 10:00 p.m. Otro de los buenos lugares para disfrutar de la vista del lago es la parte posterior del Centro Comercial Lago Mall.
Pero contemplarlo no es suficiente, hay que vivir la experiencia de estar sobre el agua. En la segunda etapa de la Vereda del Lago, aún en construcción, funciona los fines de semana el club Kayak Maracaibo, que presta servicios de alquiler de equipos y entrenamiento para practicar esta actividad recreativa. Al llegar a la pequeña playa, le instruyen sobre el correcto uso del remo o pala y las claves para mantener el equilibrio, se realiza una pequeña sesión de calentamiento físico y le entregan el chaleco salvavidas. Al cumplir con estas etapas, estará listo para sentir la energía vibrante del kayak sobre el lago.
El oleaje es suave pero continuo, agregándole algo de dificultad a la maniobra, los reflejos del sol estallan sobre el agua y se puede observar a lo lejos las grandes embarcaciones.
Este tipo de iniciativas promueve el turismo local, el contacto con la naturaleza y la sensibilización sobre el cuidado del medio ambiente.
Viaje de sabores
La gastronomía típica de Maracaibo es excéntrica, los sabores, texturas y aromas se combinan para brindarle al paladar sensaciones únicas, así que al visitar la capital del Zulia hay que aventurarse a probar sus platos, algunos se han hecho nacionalmente famosos, como el patacón, otros siguen siendo exclusivos del lugar.
Tal es el caso de las tostadas “agüita de sapo”, pequeñas arepas de maíz pilado, rellenas con finas rodajas de suculento pernil y un pequeño trozo de queso frito, todo es bañado con un poco del zumo producto de la cocción del pernil.
El resultado es exquisito. Algo mucho más extremo es “la tumbarrancho”, una robusta arepa asada, rellena de mortadela, que luego es bañada en una mezcla de huevo y mostaza, es llevada al aceite caliente para una segunda cocción y finalmente es rellenada con carne, pollo o pernil; queso y diversas salsas. Simplemente explosiva.
No se puede dejar de probar los tequeños en la cadena de comida Chops, ya son considerados los mejores de Venezuela. Otra opción es ir a Santa Lucía, en la zona se encuentra la pizzería Palermo, lugar donde podrá degustar la “pizza mollejua”. Muy cerca está el tradicional local “A que Luis”, el mismo de la famosa gaita zuliana: “vamos todo pa’ que Luis allá por Santa Lucía”.
Otra visita que no debe faltar en Maracaibo es a la Basílica Nuestra Señora de Chiquinquirá, templo de gran belleza que alberga la profunda fe del pueblo zuliano por su patrona, muestra del arraigo y sentir autóctono de esta región de Venezuela.
