(Foto Eduardo Valencia)
Ana Rodríguez Brazón || [email protected]
Los libros de historia los presentan como etnias lejanas, en la selva o comunidades rurales con costumbres no urbanas, pero, no hace falta abrir una página para verlos en semáforos, esquinas y lugares concurridos. Los indígenas deambulan por las calles valencianas en busca de ayuda para sobrevivir.
Alicia no recuerda hace cuánto se vino de Corrarito, cerca de la Sierra de Perijá, en la frontera con Colombia. A los 15 años la trajeron a Valencia pero tampoco sabe hace cuánto fue ni cuántos años tiene ahora. Su cédula desapareció y prefiere vivir sin contar el tiempo.
Con un vestido floreado y de encajes, hecho con sus manos, Alicia cuida una casa en Parque Valencia, junto a sus siete hijas, aunque nacidas en la capital carabobeña, mantienen su acento Yukpa. El resto de la comunidad con la que comparte se encuentra a unos metros en la vía hacia Flor Amarillo.