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Editorial

Desde antes de Cristo, ya Confucio nos advertía que “donde hay educación no hay distinción de clases”. La educación ha sido el norte de El Carabobeño en sus 81 años de existencia. Hoy lo ratificamos en nuestra edición aniversario.

Lamentablemente hay quienes desde el alto Gobierno se han empeñado en que sí exista distinción de clases. Ahorcan presupuestariamente los centros de educación universitaria y, como si fuera poco, limitan la labor de enseñar a través de los distintos medios de comunicación.

La información oportuna y veraz es una forma de enseñar a los pueblos, de mostrarles los caminos a la libertad. Desgraciadamente, gobernantes de talante autoritario levantan barreras en esos caminos pretendiendo esclavizar a los pueblos y evitando que se divulgue la verdad.

Si bien es cierto que El Carabobeño en su larga vida plasmando la letra sobre el papel ha tenido que bregar con las dictaduras de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, pasando por gobiernos breves o de transición y, por qué no decirlo, también soportar los vaivenes de lo que se ha denominado el “puntofijismo”, y en todos han resultado trabajosas en mayor o menor escala nuestras relaciones con los encargados de otorgar permisos y las divisas necesarias para la importación del papel, con la responsabilidad que ha caracterizado a este rotativo a través de la historia tenemos que afirmar que hoy la información oportuna y veraz en nuestro país soporta la peor embestida que Gobierno alguno haya propiciado con anterioridad. Nos niegan las divisas y, en consecuencia, nos están negando la posibilidad de comprar papel para poder informar y educar al pueblo. El alto Gobierno niega y persigue a quienes de manera responsable, pero desafiante, se atreven a informar verazmente.

Han sido varios los casos de cierre o confiscaciones disfrazadas de medios de comunicación radioeléctricos o impresos, mediante la elaboración e imposición vía Habilitante o desde una Asamblea Nacional que no es el espejo del sentir popular, sumisa a los designios de los dos últimos inquilinos de Miraflores, y que aprueba normas antidemocráticas y violatorias de la Constitución y de tratados internacionales válidamente suscritos por la República de Venezuela (léase Pacto de San José de Costa Rica), las cuales conducen a multas confiscatorias que en muchos casos han obligado a algunos dueños de medios de comunicación a ceder ante las fauces del régimen, bien sea cerrándolos o vendiéndolos a testaferros de personas vinculadas a los gobernantes opresores.

Desde la casa editorial de El Carabobeño seguiremos batallando para defender los valores y principios democráticos, y lo haremos con lo que tengamos y hasta que podamos. Por muy inclementes que sean los controles gubernamentales, estos no serán suficientes para hacernos cejar en esa lucha.

Con fe y mucha esperanza en el futuro venezolano estamos seguros de que así como hemos plasmado en primera página los cambios de Gobierno en más de ocho décadas de existencia, lo haremos también cuando anunciemos un nuevo amanecer para el bien de todos los venezolanos, sin distinción de colores ni de clases sociales. La bandera nacional seguirá siendo enarbolada por El Carabobeño porque ese siempre ha sido nuestro norte.

Educar La única Oportunidad

Simón Rodríguez, el Maestro de América, diferenció los conceptos de instruir y educar. Instrucción significa transmisión de conocimientos, mientras que la educación es la formación de criterio y conciencia. “Enseñen y tendrán quien sepa; eduquen y tendrán quien haga”. Bajo esta premisa, el diario El Carabobeño ofrece en esta edición aniversario un análisis de la educación que recibimos, y la que se pretende instaurar basada en un modelo socialista. Educar, la única oportunidad, es una reflexión de hacia dónde debemos ir para formar la nueva generación de emprendedores, clave para la construcción de un país próspero.




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