El joven de 30 años trabajó como consultor para la Agencia Nacional de Seguridad. (Foto El Carabobeño)
EFE
Hace hoy un año, el exagente de la NSA Edward Snowden llegaba a Moscú huyendo de la Justicia de Estados Unidos, una escala que debía ser breve en su camino a Latinoamérica pero que se convirtió de forma inesperada en tierra de un asilo con visos de eternizarse.
A las 5:00 pm de aquel 23 de junio, el vuelo SU213 de Aeroflot procedente de Hong Kong aterrizaba en el aeropuerto Sheremétievo de la capital rusa con Snowden a bordo.
Apenas dos semanas antes, el joven de 30 años que trabajó como consultor para la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) había revelado que él era la fuente de las escandalosas revelaciones publicadas por “The Washington Post” y “The Guardian” sobre una trama masiva de espionaje de las comunicaciones a nivel internacional por parte de EEUU.
El reconocimiento de que él era el responsable de la filtración de miles de documentos clasificados desató una caza al hombre por parte de Washington, que pidió la extradición a Hong Kong y el día 22 de junio le revocó el pasaporte.
Sin documentos de viaje, el joven llegaba a Moscú con la intención de dirigirse a algún país latinoamericano -en primer lugar se especuló con Cuba-, pero se vio obligado a permanecer en la zona de tránsito del aeropuerto, desde donde pidió asilo a 21 países.
Cuatro latinoamericanos se lo ofrecieron: Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Venezuela, pero ante la imposibilidad de viajar fue finalmente Rusia la que le concedió asilo el 1 de agosto, después de cinco semanas en tierra de nadie.
Un año después, Snowden, que vive en paradero desconocido, ha comenzado los preparativos para pedir una prórroga de su asilo temporal por un año.
“En estos momentos, de acuerdo con las leyes de la Federación Rusa, se están recopilando los documentos que serán entregados al Servicio Federal de Inmigración (FMS) para la prolongación de su estancia en Rusia”, declaró Anatoli Kucherena, el abogado que ha asesorado y acompañado a Snowden desde el principio de su periplo en este país.
Kucherena no supo precisar, sin embargo, si Snowden solicitará otra vez asilo o un permiso de residencia para vivir en Rusia.
Trasladado a un domicilio secreto desde que obtuvo el asilo, una de las primeras actividades conocidas de Snowden fue una reunión en Moscú con otros compatriotas reveladores de actividades ilegales, un encuentro que fue difundido por el portal de filtraciones WikiLeaks, que ha estado con el joven exespía a lo largo de toda su huida de la Justicia de EEUU.
También recibió una visita de su padre, y varios premios internacionales de organizaciones de derechos humanos por sus revelaciones, que a lo largo de este año no han dejado de destapar nuevos escándalos, como las escuchas a los teléfonos móviles de varios dirigentes mundiales.
Snowden ha dado algunas entrevistas en este tiempo, y poco a poco se ha ido adaptando a una cierta normalidad en su forzado exilio: ha encontrado trabajo -se rumorea que en la red social VKontakte (el Facebook ruso)-, ha estudiado ruso y, según su abogado, visita museos y teatros.
Se le ha visto en una foto paseando en barco por Moscú y ha participado en videoconferencias sobre problemas de seguridad en las comunicaciones.
A pesar de los temores de Washington sobre el daño que podría causar Snowden por su estancia en Rusia, el exagente ha mantenido un perfil bajo, que su abogado también ha justificado por motivos de seguridad.
“El nivel de peligro sigue siendo muy alto”, dijo hace unos meses Kucherena, que en varias ocasiones ha denunciado amenazas contra la vida de su protegido.
También el Kremlin ha sido extremadamente discreto y no ha explotado la situación de Snowden como pudo haberse creído en un principio, cuando el exespía norteamericano pidió refugio y causó una crisis diplomática entre Moscú y Washington.