Depende de lo que el tramposo esté jugando, sea cartas o dominó, puede recurrir a dos opciones cuando se ve irremisiblemente perdido: el consabido palo a la lámpara o la proverbial patada a la mesa. Tiniebla o conmoción.Mientras tanto, al ganador no le queda sino recoger su premio ganado limpiamente, si es que el mal perdedor no se lo apropió antes, en la confusión del “palo a la lámpara” o la “patada a la mesa”, y retirarse de la escena, airoso y triunfante, sin hacer caso de las pataletas y marramuncias del perdedor.
De haber público o mirones, su repudio a la execrable actitud no se hará esperar, y reaccionará de alguna manera: manifestará su repulsión gritando “¡FUERA!” o burlándose del ridículo que el mal perdedor hará seguramente, esgrimiendo argumentos absurdos para justificar su reacción, o para desconocer el triunfo del otro.
¿Le parece ya visto al lector este escenario?
Pues más habitual le parecerá también que el mal perdedor, valentón y soberbio, saque de su bolso de truculencias un pote de humo y lo arroje en medio de la concurrencia, para generar confusión y distraer la atención de todos, en procura de hacerles olvidar el ridículo por él y sus cómplices hecho.
Parece que el Abominable y sus cómplices han optado por la misma estrategia, luego del ridículo resultante de su empeño por desconocer la acción del 22-10, que ha sido ejemplo de civismo y democracia con el triunfo, legítimo y contundente, de la mujer que guiará la liberación de los venezolanos, al sacudirse democráticamente de los hombros el yugo cubano.
Pero este nuevo pote de humo no es ridículo sino trágicamente cómico:De ser auténtico el video difundido, provoca risa y a la vez tristeza ver a una docena de soldados, hombro con hombro alineados y empuñando sendas carretillas de albañil, en lo que será la cabecera de una pista de aterrizaje en la frontera con Guyana, la que una vez fue la Guayana Inglesa, una de las tres hermanas que los demás países de América miraban por encima del hombro cuando eran colonias de Inglaterra, Francia y Holanda. La triste imagen hace suponer que el destacamento militar fronterizo no dispone de tractores, esparcidoras y niveladoras mecánicas para mover la tierra, y mucho menos asfaltadoras y aplanadoras para construir una pista de aterrizaje segura, y utilizable hasta en las temporadas de lluvias. Que en esa región son copiosas y tormentosas.
Los juristas han explicado ya que el Esequibo siempre ha sido venezolano. De nada valió que Chávez, en uno de sus arrebatos absolutistas, regalara el territorio Esequibo o que, por el contrario, en algún arrebato nacionalista alguien proclame que “el Esequibo es nuestro”. Los guyaneses, indiferentes a los rugidos de ratón, siguen ahí, disponiendo de ese pedazo de selva que oculta bauxita,diamantes, gas natural, magnesio,mica,oro, petróleo y uranio.
Los venezolanos estamos conscientes de que el nuevo furor plebiscitario es otro pote de humo para distraer nuestra atención de la verdadera tragedia venezolana, que no tiene nada que ver con esequibos ni bloqueos. Y quienes caigan en la trampa no estarán sino haciendo creer a los inocentes que el régimen tiene quienes lo apoyan en sus dos décadas de corrupción y destrucción, pero a pesar de la taimada propaganda y el chantaje habitual del grotesco Superbigote y sus secuaces, con excepción de ese supuesto (y escuálido) 8% de seguidores que, según reciente encuesta, votarán por la continuación de sus desmanes, los venezolanos no caeremos en ese equívoco.
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