Los resultados de las elecciones de concejales del domingo 9 de diciembre no fueron sorpresivos en su complot. Entiéndase, que tal y como se esperaba, hubo una elevada abstención. De tal magnitud que el Consejo Nacional Electoral conformado por fichas políticas del régimen reconocieron que solo había sufragado una cuarta parte de los inscritos en el registro electoral.  Cinco millones seiscientos setenta y tres mil personas ejercieron el derecho al voto; y quince millones, más o menos, hicieron efectivo su derecho a abstenerse. En resumen, 200 % de compatriotas coincidieron en su juicio de no votar en un régimen que no garantiza el más mínimo respeto por la voluntad soberana del votante.

Ahora, si nos movemos hacia los guarismos registrados ese día coincidentes con los cientos de videos y fotos que mostraban el desierto nacional en los centros de votación, la empresa Meganálisis, por ejemplo, estimó que tan solo asistieron a votar 11.16 % y no lo hizo el 88.84 %. En resumidas cuentas sólo 2.312.414 votaron y 18.408.139 se inhibieron de hacerlo. La diferencia entre unos y otros se remonta a algo así como a 800% a favor de los que se abstuvieron si es que mis escasos conocimientos matemáticos no me delatan.

Cabe preguntarse para entrelazarse con el titular de esta nota algo que parece tonto por lo axiomático: ¿De qué lado está la razón? ¿De los dos millones trescientos mil o de los dieciocho millones? Obvio. ¿La mayoría siempre tiene razón? ¿Sí, por supuesto; esa es la esencia de la democracia?

Siguiendo con el relato, lo más interesante en este efímero comentario es que los votos duros, los “patria o muerte” del chavismo se redujeron a unas cifras desplumadas que no alcanzan el diez por ciento. Estas circunstancias, por cierto, harán que el régimen para posteriores oportunidades electorales proceda como un bien curtido truhan. De allí el hecho incontrovertible de que desunidos, arremetiendo inmisericorde contra quienes deberían ser nuestros pares en la lucha contra el absolutismo, sin medianas garantías de imparcialidad, sin testigos y veedores nacionales e internacionales imparciales, todo resultará un esfuerzo fallido, una ociosidad pervertida.

En lo particular pienso que un gobierno que controla todos los espacios  políticos con la potestad de las armas a sus albedríos patibularios. Que nunca ha creído en la democracia, pues, naturalmente no accederá a entregar su maná que en un tiempo lo buscaron a sangre y fuego. Que, además, hizo lo que quiso con la Asamblea Nacional y sus parlamentarios. Que, AN, entre sus elevadas competencias, a más de legislar, ejerce funciones de control sobre el Gobierno y la administración pública. –Dar voto de censura al Vicepresidente Ejecutivo y los ministros- la convirtieron en una entelequia. ¿Qué puede esperarse, entonces, de unos cientos de concejales la mayoría de ellos dando los primeros pasos en política? Pues, nada, absolutamente nada. Por cierto, interpretaba el periodista Alonso Moleiro: “Entiendan que el problema venezolano no es de concejales. Es una crisis de estado”.

Me pregunto: ¿Qué beneficio significó para el país o para la oposición la cantidad de concejales que tuvo hasta ahora? Ninguno. ¿Le trajo algún provecho a las fuerzas democráticas? No. Es más, en muchos municipios, Valencia uno de ellos, se pelearon con el alcalde, alcalde, para más señas, de oposición.

La exmagistrada, Blanca Rosa Mármol, le pregunta, a la vez, a muchas personas que de modo tendencioso interrogan: ¿qué hacer ahora después de la abstención? “A la pregunta por la estrategia después de la abstención se le contrapone la pregunta de cuál es la estrategia después de la votación”.

Para concluir, ¿Ahora qué viene? ¿Ahora qué vamos a hacer? El Frente Amplio Venezuela Libre, el Frente Amplio Carabobo, junto con la sociedad civil organizada, junto con todos los venezolanos, con lo que votaron y con los que no votaron este 9 de noviembre, vamos a continuar la lucha. Como auténticos demócratas y estimulados por este gran triunfo vamos a insistir con mucha energía en un gobierno de transición que detenga la destrucción, el arrase del país. Como defensores del voto queremos ir a elecciones nacionales libres. Con un nuevo CNE. Con veedores de  organismos internacionales. Con presencia de la comunidad internacional que garantice la pureza del proceso y respete la voluntad de cada uno de los compatriotas. Sin ventajismo para ninguna de las dos partes. Eso lo lograremos, seguro, tengan confianza.

garciamarvez@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 




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