Frente al supermercado, en el pasillo principal del centro comercial, circulaba un verdadero rio de gente. Sábado a las once de la mañana, y Miriam ya tenía un par de bolsas con productos de limpieza y algo de comida. Pensaba en pagar el ticket de estacionamiento cuando avistó a Elisa y Carmen, sus amigas de años. Ellas la vieron casi al unísono y en medio de aquella marea humana, hubo una especie de agitación con los saludos. Qué bien te ves, estás más delgada, esa es la dieta de Maduro, mijita. Ahí mismo decidieron  llegar a la panadería para tomarse un café. No se habían terminado de sentar cuando Carmen vio el pequeño pizarrón con los precios. “Mira un café 800 bolívares ¿Cómo vamos a pagar eso?” Miriam se sonrió con cierta amargura y dijo: “Sí. Todo está carísimo. Tenemos que hacer como los americanos. Allá cada quien paga lo suyo. Tú sabes que a Celia le pasó algo cómico en Miami. Estaba allá cuando le llegó la fecha del cumpleaños, y unas amigas la invitaron a comer para celebrarlo. Fueron a un sitio de comida china, creo que se llama Ichiban, muy sabrosa y self service, tu sabes auto servicio. A la hora de pagar la cuenta, dividieron entre cinco, incluyendo a la cumpleañera. Y Celia tuvo que sacar 21 dólares para pagar su propia celebración. Así que aquí vamos a pagar por partes iguales”.

Luego de tener los cafés y unas galletas en la mesita, Elisa comentó: “Por cierto, hablando de Miami, hace poco regresó de allá Ligia. Me contó que en el avión venían 23 venezolanos que no los dejaron pasar y los regresaron directo desde migración. No los dejaron entrar, porque pensaron que se iban a quedar. De esos muchachos, cinco habían salido desde Valencia. Parece que esa es ahora la orden. No dejar entrar a los venezolanos. Los meten en una sala con un montón de gente y los tienen horas ahí. Ah, y no sé si se enteraron, ahora la visa norteamericana se tramita en dólares. Para  la cita en la embajada hay que pagar 160 dólares y no aceptan efectivo, sino tarjeta de crédito extranjera. De cualquier país, pero que sea en dólares. Yo tengo un sobrino que fue para allá y le salió mal la cosa. Consiguió un empleo en la construcción pero no aguantó el trajín. Se enfermó y cuando regresó ya no lo emplearon. A él se le pasó el tiempo de la visa de turista, seis meses. Entonces decidió salir de Estados Unidos cuando ya era ilegal. Eso significa que no lo dejarán regresar hasta que pasen cuatro años”.

Y con el tema de la emigración, surgieron varios cuentos. Miriam dijo que el hijo de un amigo se fue a Chile y allá está pelando papas en un restaurante. Carmen explicó que uno de sus colegas había estado en Panamá y en Chile, buscando para ver si podía montar una pequeña empresa, pero nada. “Igual que en Miami, lo que consiguen son trabajos de mala muerte, mal pagados. Conozco una pareja en Charleston que ahora tienen dos trabajos, empaquetando en un super y limpiando pisos de noche en un edificio. No hay para donde irse sin que los venezolanos pasen las de Caín. Uno de mis amigos médico fue a Panamá, a ver qué conseguía. Le dijeron que si quería tener un buen trabajo debía poseer nacionalidad panameña, pero para eso tenía que renunciar a la nacionalidad venezolana. De resto, solo si queda alguna plaza en la selva, en el Darién. Se regresó espantado”.

Miriam sorbió lo último del café y dijo “Yo he hablado eso con Pedro. Pero nosotros ya estamos cerca de los cincuenta, tenemos casa, un carro no tan nuevo pero bueno aun, y ahí nos bandeamos con los sueldos. Dejamos de ir a los restaurantes, que no bajan de 25 mil bolívares en una sentada. Al cine tampoco volvimos, pues aparte de las entradas, las chucherías están carísimas. En casa inventamos comida con lo que tenemos y vemos películas en DVD, No mija, eso de irse a pasar trabajo en otro país, es para jóvenes aventureros. Además yo no me quiero ir de aquí. ¿Tú crees que los del gobierno son eternos? Ahorita están muy mal. Eso de que no quieren hacer elecciones es la señal de lo mal que les va con la gente.  Dicen que Maduro apenas tiene un 10 por ciento favorable. Es decir que de 30 millones de venezolanos, 27 millones no lo queremos ¿Qué tal? Además, como dice Pedro. Si se mira la historia vemos que en cualquier momento surge un imprevisto. Cuando Pérez Jiménez salió corriendo en el 58, nadie se imaginaba que eso iba a pasar. Así puede suceder aquí. De cualquier sitio saltará la liebre, amigas. Bueno y ahora vamos a pagar, dividamos entre tres”.




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