Comer más pescado es muy beneficioso para los pequeños del hogar, ya que el omega-3 incide en el sueño y en la inteligencia.
Un reciente estudio realizado por la Universidad de Pennsylvania demostró por primera vez que los niños que comen pescado al menos una vez a la semana, duermen mejor y tienen un coeficiente intelectual más elevado.
La investigación publicada en la revista Nature dice que el omega-3, ácido graso contenido en el pescado, mejora la inteligencia de los niños y revela que aquellos que comieron mayor cantidad anotaron 4.8 puntos más en la prueba de CI que aquellos menores que dijeron que raramente consumían este alimento.
Asimismo, la indagación comprobó que aquellos niños que dijeron comer pescado al menos una vez a la semana, reportaron tener una mejor noche de sueño, que estudios anteriores han relacionado a un incremento en el desempeño académico.
Los beneficios de que los niños deban comer más pescado
Los investigadores de la Universidad de Pennsylvania realizaron una prueba sobre más de 500 niños en China de edades entre 9 y 11 años. Los participantes completaron un cuestionario sobre sus hábitos alimenticios, incluyendo la frecuencia con la que comían pescado, la que iba desde raramente hasta siempre.
A esto se sumó un cuestionario presentado por los padres sobre la calidad del sueño de sus hijos, analizando la frecuencia de las siestas, la duración del sueño y el cansancio.
El autor del estudio, el profesor Adrian Raine, dijo que “la falta de sueño se asocia con el comportamiento antisocial y la mala cognición se asocia con el comportamiento antisocial. Hemos encontrado que los suplementos de omega-3 reducen el comportamiento antisocial, por lo que no es demasiado sorprendente que el pescado esté detrás de esto “.
Investigaciones anteriores han demostrado que el omega-3 que se encuentra en el pescado tiene múltiples beneficios para la salud, como que disminuye la presión arterial, retrasa el desarrollo de la placa en las arterias, reduce la posibilidad de ritmo cardíaco anormal, disminuye las probabilidades de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, entre otros. (Fuente: El Mercurio / Chle)
