La Red Agrícola Ramos León solicitó hace tres semanas al Ministerio de Agricultura y Tierras las maquinarias necesarias para maximizar la producción en Maco Maco, San Diego.
Desde hace cuatro años una hectárea y media de las plantaciones es atendida por los esposos José Ramos y Carolina León, principales cultivadores y administradores de la red. Aunque de vez en cuando algunos familiares ayudan en las labores campesinas, el trabajo duro recae en las manos de los cónyuges que no cuentan con equipos de rastreo. “Mantener este terreno 100% productivo no es fácil, aunque cuando uno hace lo que le gusta, no es tan complicado”, aseguró Ramos.
Los agricultores llevan casi media década incentivando la actividad agrícola autosustentable en la zona y esperan que su solicitud sea atendida. “Hace años les entregaron créditos a personas que no eran verdaderos productores. Nosotros introdujimos una carta en el ministerio y esperamos una pronta respuesta, porque queremos implementar la agricultura en masa en Maco Maco”.
Saberes ancestrales
Ramos y León viven en una modesta casita con techo de zinc, rodeados de sus siembras: plátano, aguacate, cambur, maíz, yuca, ocumo, topocho, berenjena, lechosa, ají, pimentón, cebollín y algunas leguminosas. Aprendieron a vivir del campo gracias a sus antepasados y pretenden compartir esos conocimientos con otras generaciones. “Mi abuela me enseñó a sembrar, y nunca me ha gustado tener una casa con patio. Por eso me vine para acá con mi esposa”.
La mayoría de los habitantes en la zona no tienen acceso a los servicios básicos, pero con el tiempo los Ramos Leónse se las arreglaron para conectarse a un pozo cercano e instalar el cableado eléctrico en su calle, aunque actualmente sufren reiterados cortes de luz.
Tampoco existen rutas de transporte público hacia Maco Maco, un sector enteramente rural que no cuenta con vías asfaltadas. “Tenemos una pequeña moto con la que trasladamos la mercancía, pero cuando no logramos echar gasolina caminamos”, explicó Ramos.
Gracias a los saberes ancestrales han logrado defenderse ante cualquier precariedad. Saben cómo trabajar la tierra sin fertilizantes ni ningún tipo de químico; cocinar sin gas doméstico y limpiar los terrenos sin desmalezadoras a combustible “como en los tiempos de antes… con amor, todo se puede”.
Escuela cunícola
Además de gallinas y cochinos, los esposos se dedican a la cría de conejos. Aprovechan sus espacios para enseñarle la actividad cunícola a la comunidad con la supervisión y certificación del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces).
Iliana Henández, representante de la institución, indicó que en la escuela pueden inscribirse personas a partir de los 15 años de edad, con el único requisito de presentar la cédula laminada. “Estamos iniciando con formaciones de la actividad cunícola, pero también ofrecemos capacitaciones en cualquier actividad agro-productiva que tanto necesita nuestro país”.
Venta directa y donaciones
Con las cosechas hectárea y media de siembra los Ramos León proveen de alimentos a sus familias y venden la mercancía restante que les permite cubrir sus otras necesidades.
De los cultivos también se benefician comunidades vulnerables y organizaciones sin fines de lucro como la Casa Hogar María Auxiliadora. “Producimos para el autoconsumo, para mantener a nuestros animales y realizamos donaciones a fundaciones o personas que no cuentan con los recursos. Sabemos que Dios bendice al que da con alegría”.
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