Ya va uno perdiendo las ansias por saber qué ocurre en Ucrania, en la Franja de Gaza o en el Medio Oriente en general. Las agencias de noticias europeas y de los Estados Unidos informan a diario el tira y afloja entre rusos y ucranianos por los que uno podría tildar de “pedacitos de tierra”. Pedacitos de tierra que son importantes para quienes allí habitan, y por ello los defienden con todo lo que a mano tienen. Y el ejército ruso, ayudado por mercenarios no muy convencidos de la utilidad del esfuerzo, como en la fábula de Esopo deberán algún día justificar su fracaso: las uvas están verdes…

Y los ciudadanos poco familiarizados con la historia de Israel y sus vecinos, se sienten perdidos ante la complicada e inusual situación de la llamada Franja de Gaza, territorio gobernado por el partido Hamas, considerado terrorista pero ocupado por Israel, en una confusa cohabitación que ha llevado a graves incidentes bélicos, donde hasta los hospitales sirven como bases de operaciones del terrorismo y son blanco de los bombardeos por parte de Israel, causando muertes en la población de la Franja, en su mayoría hijos y nietos de los refugiados que huyeron de las zonas de combate entre Israel y Palestina en la guerra de 1948, que resultó desastrosa para este último país.

Para los habitantes de esos mundos, su vida se reduce a la conservación de su vida y la de sus hijos, y los ajenos a su situación miran para otro lado, en busca de otros eventos que llamen su atención. O, hastiados de enterarse de muertes y violencia, se concentran en sus propios problemas, que en muchos casos no son pocos.

Pero los líderes políticos del mundo sí saben muy bien cómo sacar provecho propio de esas y otras guerras, y por todos los medios noticiosos se leen y escuchan las interesadas opiniones de quienes se manifiestan en favor o en contra de los países en conflicto. Algunos dirigentes de países menos desarrollados, infestados de fanatismos o movidos por intereses inconfesables, maniobran para mantener el apoyo de los pocos países que, todavía, les son cómplices en sus delitos contra la propiedad pública y los derechos humanos. Y algunos otros, los de países más desarrollados, actúan según los intereses económicos de sus gobernados con miras electorales, o buscando los votos de las etnias o las creencias religiosas que en ellos habitan, con los mismos fines.

Y en lo que a nosotros toca, países que han recibido durante lo que va de siglo ayudas y dádivas de nuestro país, que más que ayudas y dádivas son intentos por comprar las conciencias de quienes los dirigen, han resultado un tiro por la culata en algunos casos, como el de los integrantes del Caricom, beneficiarios de petróleo gratis durante lo que va de chavismo, que se han manifestado a favor de la antigua colonia inglesa en el conflicto por el territorio del Esequibo. Así paga el diablo, dicen… Y el simulacro de referéndum ha sido un fracaso: el régimen no ha podido engañar a los venezolanos con esos potes de humo, para tapar las torpezas cometidas en este conflicto.

Es que no es tan fácil comprar conciencias. La diplomacia es una dama voluble, y suele abandonar al amante que le regalaba joyas y finos vestidos, pero que comienza a dar señales de debilidad y ruina inminente. Para ella, el amor no es tan ciego.

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