Un nuevo ciclo litúrgico comienza desde hoy, y por las próximas cuatro semanas celebraremos el gozoso Tiempo de Adviento, momentoen el que, vigilantes, preparamos al corazón para la venida del Señor, para recibir el verbo que se hace carne en un humilde portal y, así, habitar entre nosotros. Papa Francisco

El Adviento siempre comienza el domingo más cercano al 30 de noviembre. Por lo tanto, este año 2022 comienza hoy 27 del mes en curso.

La palabra “Adviento” es de origen latín y quiere decir “venida”, de aquí «AdventusRedemptoris» que quiere decir «Venida del Redentor», por lo que es un periodo que representa la llegada de Jesús al mundo. El Adviento es el tiempo de preparación para celebrar la Navidad y comienza cuatro domingos antes de esta fiesta. Además, marca el inicio del nuevo año litúrgico católico.

¿Qué invita a vivir el Adviento?

El Tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que invita a recordar el pasado, impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro. Ésta es su triple finalidad. Recordar el pasado: celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén.

El Tiempo de Adviento se considera un “tiempo fuerte” en el año litúrgico porque ayuda a prepararse para recibir al Señor en la Navidad, orienta a acrecentar la esperanza en la segunda venida de Cristo y recuerda su presencia continua en la eucaristía.

La temporada de Adviento es un tiempo de preparación para los corazones y mentes para el aniversario del nacimiento de Cristo en Navidad. Es el lapso que se da para acoger al Señor que viene al encuentro, también para verificar el deseo de Dios, para mirar hacia adelante y prepararse para el regreso de Cristo. Él regresará en la fiesta de Navidad, cuando se hará memoria de su venida histórica en la humildad de la condición humana; pero Él viene dentro de cada persona cada vez que se está en disposición a recibirlo y… vendrá de nuevo al final de los tiempos para juzgar a los vivos y a los muertos.

El Tiempo de Adviento se caracteriza por inaugurar el año litúrgico. El Papa Francisco hace la siguiente reflexión en referencia a este tiempo: “en él la iglesia marca el curso del tiempo con la celebración de los principales acontecimientos de la vida de Jesús y de la historia de la salvación. Tiene una duración de cuatro semanas y comienza con las primeras vísperas del domingo más próximo al 30 de noviembre hasta las primeras vísperas del 25 de diciembre. En este periodo se comprenden los cuatro domingos previos a la Navidad.

Durante estas cuatro semanas, se hace un llamado a despojarse de una forma de vida resignada y rutinaria y a salir alimentando esperanzas, alimentando sueños para un futuro nuevo”.

El periodo está dividido en dos partes que subrayan una verdad de fe importante cada una. La primera se extiende hasta el 16 de diciembre y se centra en evocar la segunda venida del Mesías. La siguiente parte se desarrolla entre el 17 y el 24 de diciembre y se ordena a preparar la Navidad de modo más próximo. De este modo la iglesia ayuda a sus fieles a recordar y reflexionar en “quién, al venir por vez primera en la humildad de la carne, realizó el plan de redención trazado desde el antiguo testamento y abrió el camino de la salvación para que, cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, se pueda recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, se confía alcanzar.

La preparación que propone la iglesia durante el Adviento se concreta en un itinerario de conversión personal. La liturgia hace presente este camino a través de la figura de Juan Bautista. De la mano del precursor se inicia un camino de desapego del pecado y la mundanidad, esta conversión implica el dolor de los pecados cometidos, el deseo de liberarse de ellos, el propósito de excluirlos para siempre de la propia vida. Sólo así se estará en condiciones de dirigirse a la búsqueda de Dios y de su reino, a la amistad y comunión con Dios, que es el verdadero fin de la conversión de cada persona.

Durante estos días, la iglesia recuerda que Dios está presente en la historia humana y sigue actuando para conducirla hacia su plenitud en Jesucristo. Y así se pide y lo recuerda la liturgia. Se pide, Señor, que sean aprovechados los misterios en que se ha participado, mediante los cuales, mientras se camina en medio de las cosas pasajeras, se inclina ya desde ahora a anhelar las realidades celestiales y a poner los corazones en las que han de durar para siempre.

El Adviento es un tiempo cuando se comparte el deseo de todos aquéllos que —en medio de sus luchas y sufrimiento— anhelan la redención y la liberación, la unidad, la paz y una edad de oro: una manifestación del amor y la unidad de Dios, una irrupción de su justicia entre las naciones.

Hoy, se está en el convencimiento de que todavía hay uno que traerá paz y justicia social para todos. Se espera, y así se anhela con un espíritu humilde, que se reconozca su soberanía en cada país. Cuando eso ocurra, Él convertirá armas ensangrentadas en herramientas para el trabajo, y se vuelve hacer hermanos y hermanas de verdad. Sobre esto se debe reflexionar cuando se acerca la fiesta del nacimiento de Jesús.

Se espera que Dios intervenga en la injusticia y el sufrimiento que hay en el mundo y que este Tiempo de Adviento inspire a los líderes mundiales a buscar la paz a través de un proceso de reconversión individual en esta aldea planetaria.

Escuche de lunes a viernes a las 1:30 pm el micro-programa “Gerencia en Acción” por Max 92.9 o por www.maxfm929.com

Chichí Páez
Gerenciaenaccionve
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