“El avance de la maldad es el síntoma de vacío. Siempre que la maldad gana, es sólo por ausencia de oposición: Por el fracaso moral de aquellos que evaden el hecho de que no puede haber compromiso en principios básicos.” Ayn Rand

Se acerca el momento de comprometernos debidamente con el país y ocupar cada quién su puesto, incluido el más honroso: el de ser un venezolano común y corriente, de a pie, como decimos coloquialmente; pero sin caer en falsos idealismos que nos impidan la comprensión eficiente del juego social, económico y político de la triste y dura realidad en la que hoy estamos inmersos.

Atrás quedó aquella lamentable paradoja que indicaba que el régimen se desgasta pero la oposición no se vigoriza; de no amilanarse ante ese recurso de la violencia desmedida con la cual pretende el gobierno arrinconarnos e inmovilizarnos.
Liberarnos de estas angustias y desaciertos de lo que podría ser aún peor, comporta asumir cada uno de nosotros la posibilidad de cambio, y éste dependerá tan sólo de nuestro empeño, coraje y compromiso.
Es necesaria la participación de muchos, bien sea a través del Voluntariado, o bien apoyando lo que aun debe darse con las Ayudas Humanitarias, que mas temprano que tarde, ingresaran a Venezuela, porque al final lo que está en juego es el bienestar y el futuro de nuestro país; pero el “futuro del país” no debe ser tan solo una frase promocional, requiere de la necesaria reflexión, de la elaboración de una visión del país que vaya acorde con el tercer milenio, global, incluyente, clara. Que proponga las herramientas y que de la sensación de que las opciones que se presentan son realizables.
Con todo eso hay que lidiar y dar respuestas, no es solo pedir condiciones electorales… o intervención ya.
Hay que ofrecer alternativas, aunque sean duras. El silencio y la ausencia no son respuesta a los problemas que tenemos por delante. Plantearnos la pelea con este perverso régimen nos obliga a tener a la gente ocupada en pensar el futuro; en organizar a la ciudadanía, hoy, ahora, desde ya; en repetir a los jóvenes lo que es la democracia y sus bondades, pues pronto tendremos una generación formada en este sistema; por ello está prohibido olvidar, no solo a nuestros muertos, sino también a nuestras creencias y convicciones.
Debemos, analizar, replantear lo que creemos y queremos. Ante esta ineludible la realidad es necesario fortalecer en nosotros la esperanza y animarnos a asumir de manera responsable nuestro compromiso con el porvenir de nuestros hijos. Es el único camino.
La resignación, la comodidad, el miedo, son conductas razonables. Pero al intentar elucubrar sobre el porvenir, al percibir que lo que nos espera es más autoritarismo, más terrorismo judicial, más violencia, más inseguridad, más invasiones, más corrupción e impunidad, más incertidumbre, más escasez y carencias nacionales en materia económica, estructural, energética, agrícola, de empleo formal, de calidad educativa, de producción de conocimientos, de salud integral, de seguridad ciudadana, ambiental, vivienda, vialidad, suministro de agua verdaderamente potable, electricidad, sectores todos estos que han sido dejados en el más criminal olvido por la irresponsable incapacidad de este nefasto gobierno.

Se hace necesario repetirlo insistentemente, pues muy nocivos pueden resultar la improvisación, el desinterés o el triunfalismo en estos días. A medida de que la situación política abre un claro horizonte, deberíamos cuidar mucho que las cosas no solo vayan bien, sino que sean favorablemente encaminadas hacia la contienda definitiva y lograr el anhelado deseo de salir de esta pesadilla de régimen y sus alocados procederes.

Sin embargo, y en primer lugar, se hace menester apoyar en todo momento a nuestro Presidente, Juan Guaido, quien ha demostrado temple, coraje y un aplomo incomparable, cumpliendo con el noble deber de ser responsable con el porvenir de los nuestros.

Solo y únicamente en la responsable y titánica labor que han llevado adelante estos comprometidos diputados, acercándose al ciudadano, a sus sentimientos como personas y a sus problemas diarios, combinando la técnica con la esperanza y el esfuerzo con el logro, una vez que comprendieron que la imprescindible regeneración de la actividad política requiere el regreso a las ideas y a los valores, para poder recuperar la confianza, la participación y la democracia real.

No permitamos que decaiga la fuerza y el empuje de la pasión que debe acompañarnos en ese camino que hemos emprendido para recuperar las esperanzas truncadas y el porvenir de nuestro país. Depende de nosotros que la nuestra no sea una historia de oportunidades perdidas y de posibilidades no aprovechadas…




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