¿Tiene usted miedo al éxito o al fracaso? ¿Se ha preguntado alguna vez por qué no logra lo que se propone?. De seguro se lo ha preguntado y lo más probable es que no vuelva a intentarlo.

Las inquietudes anteriores tienen mucha relación con el proyecto de vida de cada persona. Entendiéndose como tal: un plan trazado, un esquema vital que encaja en el orden de prioridades, valores y expectativas de una persona que -como dueña de su destino- decide cómo quiere vivir.

Un proyecto es un plan que se idea, para poderlo realizar. Un proyecto de vida se refiere a la definición de un plan de lo que se desea hacer y/o ser en la vida.

Es aquello que una persona se traza con el fin de conseguir uno o varios propósitos para su existencia; en otras palabras, se asocia al concepto de realización personal, que lleva a las personas a definir conscientemente las opciones que puede tener para conducir su vida y alcanzar el destino que se propone.

Un proyecto de vida le da un por qué y un para qué a la existencia humana

Un proyecto de vida le da un por qué y un para qué a la existencia humana. Y con eso, le otorga sentido al presente, porque de alguna manera se vive del presente, pero sin perder de vista que el futuro se construye día a día.

Bajo esas primicias anteriores, existen los que psicólogos evolutistas denominan posiciones existenciales.

Se da el nombre de posición existencial al conjunto de conceptos y sentimientos que cada personas tiene de sí mismo, sobre los demás y sobre el mundo. Así, pues, la posición existencial está intrínsecamente unida a la identidad personal, a los valores que se administran, la percepción y predisposición actitudinal que se tiene frente a los demás y, en general, como su propio nombre indica, la posición existencial es una forma individual de situarse frente al mundo.

Entre esas posiciones existenciales las más frecuentes son: miedo al éxito o al fracaso.

Miedo al éxito: temor a terminar con alguna dependencia, hacia algo o hacia alguien. La palabra éxito está asociada a salir, lograr, terminar y acabar con la dependencia de cualquier cosa. Por ejemplo, muchas personas tienen miedo a salir de la pobreza, o tienen miedo a terminar una relación donde es abusada o maltratada por temor a quedarse sola, y así muchos tienen miedo al futuro no llegando a dar los pasos que tienen que dar esperando que las condiciones estén perfectas, es allí lo que se definiría como miedo al fracaso.

¿Quién quiere fracasar? Idealmente: ninguno, todos -o muchos- quieren tener éxito. A veces, en la vida para tener éxito se debe dar el permiso de fracasar. Del fracaso se pueden sacar varias enseñanzas, pero la primordial es ésta: se aprende cómo no hacerlo de esa manera.

La humanidad sabe que el invento de la bombilla eléctrica se lo debe a Thomas A. Edison, porque él “dio” la luz, él consiguió que se tuviera luz en todas partes, que se pudiera ver este mensaje por Internet… y porque en su vida no perdió ni un solo segundo para inventar la lámpara que nos proporciona iluminación artificial. Fracasó 2000 veces y él dijo “yo no he fracasado ni una sola vez, solamente ha sido un proyecto de 2000 pasos”.

Es posible ayudar a las personas haciéndoles algunas preguntas, entre otras las siguientes: ¿Puede ver claramente qué es lo que impide que usted no logre lo que se propone?, ¿De verdad desea lograrlo?, ¿Puede imaginar cómo sería una vez logrado? ¿Qué haría si no tuviera miedo? Exhortamos a las(os) asiduas(os) lectoras(os) a que escriban las respuestas de las anteriores preguntas. Las dejen reposar cierto tiempo y analícenlas posteriormente y reflexionen sobre dichos escritos y sus respectivos proyectos de vida.

Es un tiempo para reflexionar sobre las respuestas a las inquietudes del párrafo anterior y la siguiente pregunta es de suma importancia: ¿Cómo se sentiría una vez que logre sus metas o alcance sus sueños? Le toca a quien lee estas líneas ver cómo sería la vida al alcanzar exitosamente las metas personales, familiares y profesionales.

Una de las razones por las cuales no se alcanzan los sueños individuales es el sabotaje que las personas les hacen a sus mismos proyectos y a sí mismos.

No hay que olvidar que cuando Dios creó al ser humano dijo: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza”, Génesis 1:26 (NVI). Dios depositó en cada ser su espíritu y ese espíritu es ganador.

Algunas personas dicen querer triunfar en la vida y tener éxito, pero al mismo tiempo se puede observar cómo sabotean sus propios proyectos de muchas maneras, por medio de la postergación, no tener tiempo o no tener los recursos, en fin, se crean límites. Límites que están en sus mentes. Otras personas comienzan a dar los pasos y cuando las cosas no salen como ellos quieren, se escucha la famosa frase: “lo importante es que lo intenté” y se quedan allí. El intentarlo no basta, se necesita cambiar el estilo actitudinal ante la vida, es tiempo de que las personas individualmente se comprometan con sus sueños, que puedan generarlos.

Todas las personas tienen las competencias que puedan necesitar: tienen a Dios, tienen la vida, tienen dones, talentos, experiencias, belleza y sobre todo las ganas de salir adelante, no deben sabotearse a sí mismas, no deben rechazar la oportunidad que tienen de aprender. El hecho de que fracasen no significa que se es un fracasado. El fracaso no es la identidad de algunas personas, la verdadera identidad individual es que las personas son lo que Dios dice que son, fueron creados por el Todopoderoso para cosas grandes.

Las personas exitosas deben soltar sus miedos: el miedo a crecer, el miedo a cambiar, el miedo a la inseguridad, el miedo a la soledad, el miedo a la envidia, el miedo al qué dirán, el miedo a lograr, el miedo a perder, tantos miedos que han dejado paralizados a muchos individuos. El Creador no ha dejado a la gente espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Las personas deben recordar siempre lo siguiente: nada se gana con lamentarse, nada se gana con quejarse, nada se gana con decir: “no soy capaz”, “no puedo”, “no tengo”, “pobrecito yo”, “la vida ha sido cruel conmigo”, “nadie me ama”, nada se gana con ser víctima, nada absolutamente se gana con ese tipo de pensamiento derrotista.

Las personas deben cambiar sus pensamientos, convirtiéndolos en victoria, deben empezar por ver sus fortalezas y sus dones, sus habilidades, ¿cuáles son las experiencias que se han adquirido? ¿cómo se usarán esas experiencias para alcanzar los sueños? ¿en qué eres buena o bueno?

Lo que Dios le ha dado a las personas es para que lo usen, para que vivan bien y puedan ayudar a otros a vivir la vida al máximo. Se debe recordar la parábola de los 8 talentos que le dieron a tres siervos y los comportamientos que se dieron alrededor de ellos (Mateo 25:14-30, Lucas 19:12-28): uno lo escondió (porque tuvo miedo) y los otros dos los multiplicaron y fueron puestos a cargo de otras acciones.

¡Señor, enseña a la gente a soltar los miedos y a ver todo lo que tú puedas hacer en la vida de ellos!

¿Se invita a quienes leen este espacio a meditar acerca del proyecto que puede haber en la mente de cada venezolano respecto de la situación que se vive en Venezuela y cómo actuar ante este yugo que oprime?

(*) Muchas de las ideas y conceptos de este escrito han sido tomados de “amoryliderazgo.com” y adaptados por el equipo humano de Gerencia en
Acción




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