Foto: referencial

La última quincena de Mariluz Gómez fue de 200 bolívares. Ella sacó cuentas, y fue el equivalente a los cinco dólares que le cobran por cortarle el cabello a su hijo. Y solo para eso le alcanzó su sueldo como docente tipo 3, una labor que debe combinar con otras para el sustento económico de su familia.

Ella celebra el Día Nacional del Maestro lamentando no poder vivir de su profesión. Ahora dedica parte de sus días a lavar la ropa de una vecina y una vez a la semana limpia una casa.

“Cuando estudiamos era para tener calidad de vida, un sueldo digno como lo estipula el artículo 91 de la Constitución. Tristemente, esto que estamos viviendo no lo queríamos nosotros cuando decidimos ser docentes”.

Por limpiar la casa gana 20 dólares y por lavar 10 dólares más, pero es un dinero que paga en la bodega por los alimentos que pide según necesita.

Con jocosidad usa la palabra “emprendimiento” para describir lo que debe hacer para subsistir, y pidió a todo el personal obrero, administrativo, docente, pensionados y jubilados que se unan a la lucha para tener calidad de vida,” aquí estamos y aquí seguimos, no nos cansamos ni tampoco nos rendimos”.

Como ella, Luis Escorche vive en el municipio Carlos Arvelo. Él es profesor jubilado con 43 años de servicio y sabe que es imposible vivir de los 287 bolívares que cobra al mes. Es por eso que desde hace seis años vende chicharrón.

“Lo hago para poder subsistir con este mísero sueldo que tenemos… La situación de nosotros los docentes, del personal administrativo, obrero, administrativo y empleados públicos es muy precaria”.

Pero las ventas de chicharrón han caído dramáticamente. En ganancias solo tiene cinco dólares a la semana.

Recordó que la exigencia de un salario digno no es un capricho, sino un mandato de la Constitución en su artículo 91 que no se cumple, porque la canasta básica alimentaria está sobre los 500 dólares, y ellos cobran alrededor de tres y seis dólares al mes.

“Señor presidente, diputados, gobernadores, alcaldes, concejales, representantes del gobierno, ustedes pasaron por manos de docentes, nosotros los formamos siempre estamos ahí tendiendo la mano, somos el ejemplo a seguir”.

José Francisco Bilbao Rodríguez tiene 17 años de servicio como docente. Actualmente, trabaja la Escuela Técnica Agropecuaria Miguel Borras de Carlos Arvelo, y su situación salarial de forma considerable a su familia.

Junto a su esposa y cuñados hace helados que distribuye en varios comercios, pero no ha reunido el capital necesario para aumentar la producción

“Mi petición para el Día del Maestro es que se reconozca nuestro profesionalismo, formación, trabajo y el esfuerzo que hacemos cada uno de nosotros por mantener el nivel de la educación a pesar de que ha sido muy maltratada por el sistema, por este gobierno, por este patrono que ha permitido la destrucción secuencial pues de las instituciones”.

En cola para cumplir con la labor

Juan Elías Barra Henríquez vive en Nirgua, estado Yaracuy, y es docente activo en el Instituto Educativo Especial del municipio Miranda, al occidente de Carabobo.

Para ir todos los días a dar clase debe pedir cola en motos, carros y hasta gandolas porque su sueldo no le alcanza para pagar 80 bolívares en pasaje todos los días.

Tampoco es suficiente para costear sus necesidades básicas, por lo que pidió al gobierno y al Ministerio de Educación que se pongan en sus zapatos y facilite la labor de quienes, como él, se niegan a dejar las aulas.

“Se hace lo posible por llegar a la institución para impartir clases a los niños con condiciones especiales”.

Víctor Rumbos también es docente en Miranda, pero en la Unidad Educativa Santo Tomás, ubicada en una zona rural a tres kilómetros del casco central. Debe caminar o pedir cola para llegar a la institución en la que enfrenta una serie de precariedades.

En el plantel no hay agua y el servicio eléctrico es deficiente, por lo que muchos estudiantes se van a las 10:00 a.m. porque no hay baños operativos.

“Queremos que el gobierno se aboque a nuestras necesidades para el desarrollo y bienestar de nuestros estudiantes, sin educación no podemos avanzar. Necesitamos la dignificación del salario, ya no aguantamos más, tenemos que hacer muchos sacrificios, buscar otros trabajos, ayudarnos con otras cosas y no es justo porque nosotros estudiamos para dar clases y que el país se desarrolle”.

Entre el hambre y la enfermedad

El 16 de octubre de 2023 es una fecha que Juana González no olvidará nunca. Ese día sufrió un infarto y puso todo su empeño por recuperarse rápido porque, si no trabaja, la situación económica en su casa empeora.

Ella es educadora desde hace 22 años y cumple sus funciones en la Unidad Educativa Ramona de Romero, en el municipio Los Guayos. Cobra lo que ella definió como “miserable sueldo” de 600 bolívares mensuales.

Son menos de 16 dólares al mes, por lo que se puso de acuerdo con los representantes para asistir solo dos días a la semana a dar clases para tener tiempo de trabajar como transporte escolar para poder sobrevivir.

“O me muero de hambre o de otra enfermedad, producto de esta crisis que estamos viviendo los docentes… Por eso pedimos al gobierno, al patrono, el aumento de un sueldo digno, devolución de nuestro HCM, nuestras primas y nuestra calidad educativa. Al señor gobernador, que nunca había pasado aquí en en Carabobo, una persona tan renuente como usted de querer asumir el derecho de tomar sus escuelas estadales y antes éramos las mejores y ahora somos las peores pagadas”.

Un sueño truncado

Catstevens Bravo estudió educación porque le apasionaba la profesión y pensó que viviría junto a su familia de los ingresos que generaría como docente, lamentablemente en la actualidad no es así. Con una carga familiar de 4 cuatro personas, incluyendo su hija de cuatro años le es imposible vivir de lo percibido de su salario.

«¿Quién puede mantener una familia con 202 bolívares quincenal, más un bono de mil 420 bolívares al mes, que en realidad lo pulveriza la inflación antes de ser cobrado? Desafortunadamente, nosotros los docentes vivimos en verdadera miseria, y la profesión que con tantos sueños invadió nuestros corazones, hoy en día fractura nuestra mente, nos hace cuestionar día tras día si deberíamos seguir sometiendo a nuestros hijos que viven privados de entre tantas cosas propias de una infancia digna, también a disfrutar de un fin de semana de esparcimiento con sus padres, porque muchos docentes y me incluyo, tenemos que hacer otros oficios para poder llevar algo de comida a la mesa».

Cuestionó que los alumnos no reciban la educación a cabalidad porque sus maestros deben dedicarse a otras labores. «Hasta cuándo este gobierno seguirá destruyendo el sistema educativo de Venezuela, hasta cuándo seguirán mutilando los sueños de tantos niños que merecen contar con un docente que pueda concentrar sus pensamientos y acciones al aula, que como en el pasado pudiera dedicar el 100% de su tiempo a su profesión, a su capacitación pedagógica, a la profesionalización de sus estándares, como cuando la sociedad lo veía con orgullo y respeto, pero la realidad hoy en día ya no es así, somos visto como la profesión del hambre y la miseria, los mártires de un sistema de gobierno que ha deplorado las instituciones públicas y no muy lejos también las privadas».

Relató que hay docentes que llegan cansados a las aulas luego de caminar kilómetros para llegar porque el sueldo no les alcanza para el pasaje, o porque tuvo que trabajar toda la noche limpiando pisos en alguna instalación que por compasión le abrió sus puertas para darle trabajo extra para que así sus hijos no pasen hambre, si porque esa es lo realidad a la que nos enfrentamos los docentes de Venezuela día tras día.

Sin motivos para celebrar

Con 19 años de servicio y cuatro maestrías, la docente Mariana Henríquez no tiene nada que celebrar este 15 de enero. Desde octubre del pasado año le suspendieron el pago sin justificación alguna y no le han dado respuesta.

“No percibo ni siquiera el bono de guerra económica». Es madre de cuatro menores de edad a quienes no les puede dar la calidad de vida que desea, “no puedo asegurarles ni la salud, estás navidades no les pude comprar el acostumbrado Niño Jesús, mucho menos estrenos”.

El sindicato de docentes le sugirió que siga dando clases, aunque no perciba sueldo porque no debe abandonar su lugar de trabajo. Ya Mariana fue a la Zona Educativa con dinero prestado para el pasaje y aún no tiene ninguna solución a su problema.

“Pregunté si tenía algún procedimiento administrativo y simplemente me dijeron que no existo en el Ministerio, por lo que debo llevar una serie de documentos… Esto es injusto y criminal porque se violan mis derechos laborales y humanos”.

92 años de lucha

Venezuela celebra este lunes el Día del Maestro en conmemoración del 15 de enero de 1932 cuando, durante la presidencia de Juan Vicente Gómez, educadores conformaron la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria para defender los derechos laborales de los docentes y mejorar la educación en el país.

Se cumplen 92 años de lucha del magisterio venezolano que se mantiene y se espera que este lunes se desarrolle una jornada nacional de protesta para exigir al Ministerio del Trabajo que den respuestas a las peticiones hechas por el sector desde hace más de dos años, relacionadas con darle continuidad a la discusión del III Convención Colectiva Única y Unitaria.

Las manifestaciones serán en las diferentes Inspectorías Regionales del Trabajo para pedir mejores salarios y la mejora de las infraestructuras educativas.




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